01. "El Estúpido Plan"

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—¡Lo logramos! ¡Finalmente terminamos nuestra sentencia en la cárcel!

Trixie hace alarde de su triunfo con tal desmesura que creo que incluso hay confeti saliendo de su boca, o quizás es producto de la decena de shots de tequila que he ingerido a lo largo de la noche, ¿quién sabe?

—Hablas por ti, ¿no? Yo aún debo ir a esa puta escuela de verano.

Tyler refunfuña mientras la otra Welsh, precisamente como la excelente y comprensiva hermana mayor que es, solo se burla de su infortunio desordenándole el cabello con falsa lástima.

—Agradezco haber sido expulsado —Incluso Malcom Stone, quien rara vez abre su boca para decir algo que no sean palabras obscenas y el cual, justamente como indica su apellido tiene el sentido del humor de una roca, parece verdaderamente divertido con la escena que se desarrolla ante él—.

—No es justo, Lila —Juro que en verdad trato de ser una buena mejor amiga y darle importancia a las palabras de Stephanie cuando se dirige a mí, todo un reto teniendo en cuenta lo graciosa que suena su voz cuando está borracha y la expresión miserable de sus ojos llorosos en medio de su berrinche—. No es mi culpa que no entienda esos inútiles cálculos trigonométricos. ¿Y en qué mierda me sirven las propiedades de los logaritmos? Además, la maestra Perkins es una completa perra.

El estado ambivalente de Gittens, que viaja de la tristeza al enojo y de regreso, me resulta irresistiblemente cómico, por lo que no puedo retener mi impulso de estallo en carcajadas justo en su cara. “Adiós a mi deplorable intento de ser una persona medianamente decente.”

Curtis, situado a mi lado, también ríe. Aunque, tal vez la razón de su risa no sea ni remotamente la misma. Lo cierto es que la mente del pequeño Wickles ha permanecido muy lejos desde hace casi una hora, cuando se inyectó aquella jeringa de aspecto extraño sobre la que prefiero no pensar.

—Yo celebro que nunca más tendré que poner un pie en ese asqueroso lugar, ni tendré que volver a verle la cara a ninguno de esos profesores de pacotilla —Mike alza su botella a modo de brindis antes de acabar con el contenido de un sorbo—.

El humor de perros de Tyler, quien parece estar a punto de echar humo por las orejas como en las caricaturas; la rabieta de la ebria llorona de Steph, a nada de cruzar la franja del infantilismo y llamar a su madre para sollozar en su falda (mas dudo que la señora Savage permita siquiera que se acerque a ella con todo ese maquillaje corrido en su cara que la hace ver como un mapache con ojeras) y los exagerados vítores que Michael y Trix se dedican a sí mismos; completan un cuadro digno de ser plasmado en alguna banal serie de comedia adolescente.

“Netflix, ¡anota eso!”

Yo solo me pierdo en mi risa envuelta en alcohol y emprendo un viaje hacia el plano astral a millas de la realidad, mientras observo el brillante patrón luminiscente que forma el cartel con el nombre del club en el que estamos. Nuestro hogar.

De la nada, la T mayúscula de Temptations luce más brillante, y junto a las otras letras parecen conformar un maravilloso cielo estrellado lleno de constelaciones que no puedo parar de admirar. Además, me percato de que los labios rojo fuego que iluminan el exterior del local, guardan un repentino e inquietante parecido con el logo de los Rolling Stone.

Podría seguir divagando en otras trivialidades, cortesías del aguardiente en mi cuerpo, si Tyler no hubiera azotado la mesa con su puño y lanzado una fuerte y colérica exclamación.

Welcome to HellWhere stories live. Discover now