Capitulo 37, Temporada 3

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Ladeando la cabeza y lamiéndose los labios, sexy, dejo escapar un:

—Ajah.

— ¿Me amas?

—Si...—musito muy bajito.

— ¡Ven y dímelo a la cara!—ella me hizo con el dedo índice un gesto para que me acercara.

Así lo hice y poco a poco me lleno de sosiego el cosquilleo de su aliento en mi barbilla, cuando nuestros labios estaban a cinco centímetros de un beso deje cerrar mis parpados y sentí un extraño hormigueo de anticipación en el estómago.

Cuando lo que recibí fue el azote del agua caliente en mi cara y dos segundos después estuve completamente sumergido en la bañera (me había tirado), tan anonadado que no distinguía el fondo de la superficie, la mente se me quedo en blanco, la sensación de ser rodeado por los brazos de una sirena que resguardo mi espalda con la ternura de su cuerpo desnudo, me impidió entrar en pánico. La pequeña sirena me llevo hasta el oxígeno y aunque su travesura me hizo tragar un poco de agua, ahora toser con fuerza, no pude enfadarme con ella al escucharla decirme entre risitas:

—Te amo, chinito barbárico—mis oídos selectivos obviaron lo de "chinito" y borraron el "barbárico", solo conserve el néctar dulce y suave del "Te amo".

Me despierto desnuda en una cama enorme, rodeada de varios platillos vacíos, sucios y desnudos. Un golpe de pánico se me asesta a la cabeza, ¡Caray, ¿yo me comí todo eso?! Soy una glotona.

Como quien repudia avergonzada a su ligue de borrachera, quería patearlos fuera de mi cama y decirles que se fueran de mi casa. Pero como envases sucios y vacíos de foam, no tenían culpa de la orgia que me había montado con ellos, los puse sobre la bandeja y pensaba llevarlos al basurero del baño para ocultar la evidencia de mis excesos.

No sabía que mi plan se caería y rompería en mil pedazos, pues Miriam está desempolvando muy contenta el escritorio de Kenji y me pilla con el cuerpo del delito. ¡Qué más da! Si me di un atracón anoche, que me lleven a la cárcel.

—¡¡Dafne!!—Miriam con una sonrisa de oreja a oreja suelta el plumero, levanta los brazos y corre hacia mí con el entusiasmo y la alegría efervescente de una niña que acaba de ganar el premio mayor en un juego de feria.

Se dio cuenta de la bandeja en mis manos justo a tiempo para no atropellar y matar a todos los platos sobre la bandeja. La deje a mi lado en el suelo y entonces ya Miriam se sintió libre de aventarnos al piso con la efusividad de su abrazo.

Más contenta y curiosa, que adolorida correspondí a su abrazo:

—Miriam ¡¿Qué ha pasado?! ¿Te ganaste la lotería?—dejo de aplastarme y se sentó a mi lado en el suelo.

—No, aun mejor...—creo que ya sé que es—¡¡Mi Joshua ya va a poder venir a vivir conmigo!!

Ya comprendo su refugio y me lo ha contagiado:

— ¡Miriam...—nos atropéllanos mutuamente intentando abrazarnos—¡¡Eso es maravilloso!! Estoy tan feliz por ti—estoy genuinamente contenta y Miriam extasiada, mece nuestro abrazo efusivamente y lanza grititos de alegría.

Esto es simplemente maravilloso... el sueño dorado de Miriam se ha materializado al fin y todo gracias a... ¡oh, oh! ¡¡Mierda!! ¿Qué hice?

—Y todo es gracias al amo Kenji. En el fondo resulto ser un buen hombre después de todo—bueno, al parecer si cumple sus promesas.

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoWhere stories live. Discover now