––Ninguno de los guerreros tendrá ningún problema con lo que has hablado hace unos momentos. Todos comprenden por lo que has pasado. Eres una mujer fuerte. Guerreros, esta mujer es un ser increíble. Es inteligente, me ha ayudado en todo momento, no me ha dejado solo, ha curado mis heridas, ha permanecido junto a mí para cerciorarse de que no era tratado con brutalidad. Es sagaz y confiable. Si hubiese nacido en nuestro planeta no dudéis que hubiese sido una de las principales líderes del Consejo, hasta ahí llega su buen hacer y su preocupación por el bienestar de todos. Ahora, atentos a bajar la velocidad. Podéis tomar vuestros puestos anteriores y caminar hasta el arca mientras yo maniobro para dejar dentro la aguja espacial. No quiero exponer a Lucía a este planeta inclemente más de lo necesario.

Tras aterrizar dentro del hangar, Tarigh la ayudó a sacarse el casco, el suyo también que dejado en un hueco trasero especia para colocarlo y que no molestase.

Pudo al fin contemplar la cara de la preciosa mujer, su rostro parecía asustado y preocupado. Vio alrededor moverse la tropa de Tarigh, tres hombres más entraron en el hangar antes de que fuesen cerradas las puertas.

La mujer continuaba inmóvil, sentada a su lado, mirando al infinito.

––¿Qué ocurre, Lucía?––inquirió el comandante preocupado por si estuviese en shock.

––¿Nos escuchan ahora tus hombres?––preguntó en un susurro sin volverse a mirarle.

Tarigh respiró hondo, aunque tras cerrar la puerta exterior y vaciar el aire contaminado del hangar, sus hombres se estaban deshaciendo de sus ropas de combate, tendrían unos minutos a solas.

––No, Deigh y los otros guerreros han pasado directos a la ducha para sacarse el contaminante de su cuerpo. Si empiezo a conocer las costumbres de tu pueblo, creo que preferirás quedarte aquí conmigo hasta que ellos terminen.

––Tengo demasiados años para asustarme de contemplar tipos desnudos––Tarigh pensó que a él si le importaba el asunto de que contemplase tres tipos desnudos, Lucía continuó tras suspirar––. Lo que realmente me preocupa es Beta 2. No pude ver nada. ¿Cuántos han...?

Tarigh comprendió de inmediato, a pesar de todo el corazón de Lucía era enorme y caritativo, los habitantes de la otra torre eran de su raza, conocidos desde hacía décadas, algunos unidos por parentesco.

––Temo que hemos herido a varios de ellos, aunque prefirieron huir antes que enfrentarse al ver como desaparecía la puerta estanca de cristal blindado con solo un disparo de nuestra arma de antimateria.

––¿No ha muerto nadie?––dijo la mujer con alivio.

––La prioridad de Deigh era salvarnos a nosotros, no destruir al enemigo. Estábamos en el lugar más cercano al departamento estanco. Por eso te pedí que en ese instante pulsases el botón para hacerles llegar el mensaje que les necesitaba. No quería víctimas innecesarias. Nuestros radares de vida al salir no detectaron nada más que unos pocos heridos. Sanarán. Usamos aturdidores, en vez de nuestras armas de destrucción, ellos mismos se han infringidos heridas de bala disparando como locos al sentirse acorralados solo por cuatro guerreros.

El suspiro de Lucía pareció liberarla algo de la tensión vivida en las últimas horas.

––Gracias, hemos cooperado para sobrevivir con Beta 2 desde que tengo uso de memoria. Las relaciones entre ambas torres han sido cordiales, hasta que llegó Fred y se alzó con el mando de la milicia. Algo cambió entonces, se han ido volviendo más y más desconfiados, incluso en los trueques que solíamos hacer. Cuando estuve dentro de la torre, hasta que no pude volver a reunirme contigo... Nada es como yo recordaba hace años. La población a pesar de ser mayor y el lugar mucho más grande, parece muy mermada en fuerza, vi pequeños y adultos desnutridos, cansados, enfermos...

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