Capítulo 9

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Este es uno de esos días en los que no quiero levantarme. Quiero permanecer quieto en cama, intentando dormir, tratar de dejar de pensar. Pase la noche entera junto a mi cuerda, mejorando mis nudos. Ahora estoy cansado, pero no puedo quedarme, alguien toca y sigue tocando con insistencia a mi puerta. Han venido a comprobar si sigo vivo.

Me quejo mientras me levanto, me pongo mi ropa y salgo. El sujeto me observa para pedirme que sea más puntual en mi horario porque no pueden seguir dándome el desayuno tarde. Cuando llego al comedor puedo ver a Katniss comiendo sola, me uno a ella en silencio y es como si supiera lo que pienso (aunque tal vez sea por cómo luzco) porque me invita a pasar la siesta en la bodega de suministros.

No se cuantas horas han pasado pero ella me levanta dándome ligeras pataditas en mi costado, quiere ir a comer. Yo me siento muy cómodo y acurrucado aquí. Me da un poco de risa pensar que tiene un gran apetito siempre, si por mi fuera me quedaría durmiendo más, pero le agradezco demasiado el haberme levantando en cuanto le doy el primer sorbo grande a mi sopa.

—Deberíamos volver después —dice Katniss interrumpiendo mi momento especial con la sopa.

—¿Mmh? —pregunto con la boca llena.

—Me refiero a que me gustaría seguir durmiendo —la miro de reojo y veo que si luce extremadamente deprimida— No quiero salir hoy.

Dejo el tazón en la mesa para voltear a verla.
—Tal vez deberíamos hacer un esfuerzo, hay que aprovechar salir —mojo un pedazo de pan y se lo doy en la boca, ella lo acepta— Hoy no vayamos tan lejos.

Salimos con tranquilidad hasta las puertas del trece, este camino ya lo conozco bien, y mi cuerpo o cerebro ya lo asocia con felicidad porque entre más avanzo siento como si tuviera más energía. Hoy no pedimos arpilla ni sacamos el arco. Vagamos cerca hasta dar con un pequeño riachuelo y cuando estamos sentados cerca de la orilla tranquilos me permito verla. Su cabello oscuro cae por sus hombros, se está mordiendo parte del labio que está un poco pálido, al ver que la observo se cohibe pero deja de mirarme porque algo delante mío le llama la atención.

—Mira —dice y toma en sus manos una pequeña flor de color blanco— Es Katniss.

—¿Eres tú? —digo burlón.

—Así es como se llama —dice y da un tirón de la planta por completo sacándola del lodo.

Me mira con ojos iluminados.
—¿Qué es?
—Ya te dije que es Katniss...
—Sí, pero...

Ella me interrumpe divertida.
—Solía comerla en casa, asada. Es muy rica.
—Pues tal vez deberíamos hacerlo.
—No tenemos fuego, Finnick —dice obvia.

Yo alzo una ceja, retándola. He estado en dos juegos del hambre, por supuesto que puedo encender un fuego con lo que sea. Cuando ya lo tengo encendido clavo el bulbo de la planta en una rama y la pongo a azar. La quito del fuego y se la pasó a ella, yo me quedo con una. Ambos la mordemos al mismo tiempo, y aunque es algo nuevo el sabor me resulta conocido, es como la papa.

—Sabes muy rico, Katniss —digo bromeando. Ella solo suelta una leve risa, parece que se ha quemado la boca.

Mientras estoy apagando el fuego pisando lo queda de el, Katniss suelta una pregunta:—¿A dónde planeabas huir?

—¿Perdón? —digo confundido.

—Sí, me refiero a ti con tu hermana.

—Ah —limpio mis manos en el pantalón y la miro— Hay un lugar que mi padre mencionaba cuando éramos muy pequeños, un lugar que alguna vez se llamó Mexico —sonrío al recordar las historias de mi padre— Se supone que queda más allá del Sur del distrito 4. Pensábamos buscarlo.

Fortuito • Finnick Odair حيث تعيش القصص. اكتشف الآن