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La sala quedó en silencio. Parecía que nadie se atrevería a respirar antes que los demás, sus miradas clavadas en mí, me fijé en aquellos que dirigieron un vistazo discreto a quienes les rodeaban. 

—Durante tanto tiempo ha sido algo que la mayoría esperabais, quizá como un evento ineludible o quizá como un momento anhelado, y aunque yo sea aún una extraña entre vosotros no hay en mi otro deseo que contradiga el de vuestros corazones; ver el Reino prosperar de nuevo. —Continué alzando la barbilla—. Creo que pocos podrán decir que no hemos esperado demasiado para llegar hasta aqu...

La puerta tras de mi se abrió de pronto, interrumpiéndome. Me giré levemente esperando alguna mala noticia de ultima hora, pero quién caminaba hacia mí no era un sirviente sino el príncipe. 


Sin disculparse ni esperar a ser presentado se dirigió altivo hacia el asiento vacío que ocupaba su padre. Noté que se había deshecho de las viejas prendas de viaje reemplazándolas por unas más elegantes y de corte militar que hacían notar el ancho de sus hombros, adornados además con una larga capa negra. Ahora que el cansancio del viaje había desaparecido de sus rasgos era mucho más impresionante que antes, su blanca piel y su cabello casi parecían brillar con luz propia.


Aparté la mirada cada vez más consciente de mis gestos, sabía que él había interrumpido a propósito y que aquello no era más que un movimiento desafiante, pero de algún modo era incapaz de sentirme contrariada y sólo me inundo una profunda satisfacción al saber que estaría escuchándome. Dirigí una fugaz mirada a Firenze para comprobar sus ánimos, él si que parecía disgustado, diría que incluso en extremo.


—El príncipe se nos ha unido en el momento adecuado. —Proseguí sin poder contener una sonrisa—. Debo presentaros al nuevo cabeza del Clan de la luz, Síðastur, séptimo hijo del rey Hjörtur. Como la mayoría de vosotros ya sabéis el príncipe y su comitiva llegaron esta semana y pronto el resto de su clan recuperará su antiguo hogar en la ciudad plateada del oeste. —Un ligero resoplido salió de los labios de Carraig, cruzado de brazos miraba al príncipe con burla en su gesto, sin darle importancia proseguí—. Todos los miembros aptos de su clan conformarán la avanzadilla de nuestro nuevo ejercito una vez se hayan instalado. —La sala se llenó de murmullos, todos aquellos ojos que antes eran altivos o indiferentes ahora estaban incrédulos—. A partir de la próxima luna nueva se enviarán mandados a cada villa y ciudad para el reclutamiento, por supuesto sólo se aceptarán voluntarios y se realizará un test de coacción antes de que pronuncien sus votos, el ejército será un órgano permanente a partir de ese momento.

Dediqué una pausa para recorrer la sala con la mirada, era difícil para mi entender las expresiones de todos aquellos seres, algunos sin rostro, otros con uno tan ajeno a mi concepción que aún debía reprimir el escalofrío que podían producirme. 

Hice un gesto con la barbilla para darles el turno de opinión y no hubo demora alguna en sus respuestas.

—Creo que no encontrará falla en la devoción de nuestro pueblo, mi señora. —dijo Gorm con una sonrisa satisfecha adornando su simple rostro.

—Ni entre los nuestros, esta noticia será toda una sorpresa pero algo me dice que muy bien recibida. —con esas palabras me sonrió Murchadh pícaramente.

—Yo desearía saber cómo planea su majestad que mi clan rompa su largo voto de no interacción... Es bien sabido que siempre hemos sido gente de paz y bondad, sólo nos retiramos del camino de las buenas obras debido a la falta de fe en el Mundo Gris. —La altiva sílfide Rhea, tan recta su espalda que parecía una pálida línea inanimada, me miraba expectante con la suficiencia de quien siempre cree tener la razón.

Sombra y sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora