—¡Oliver!—Grito entrando al búnker.
—¡Camille!—Me mira sorprendido.
—Esta de vuelta—Susurra John con felicidad.
Me acerco al rubio y el me recibe con los brazos abiertos, me abraza fuertemente.
—Creímos que te volverías loca—Dice Felicity, la miro aún abrazada a Oliver—Eso de crear tu propia realidad, estuvo de locos.
—Hablando de eso—John nos interrumpe—¿Cómo hiciste eso?—Entrecierra los ojos.
—Larga historia, pero creo que todos saben que no soy de aquí—Admito.
—Si pero...
—No tenemos que perder tiempo—Los interrupo.
—¿Dónde está Demián?—Pido saber, todos se miran cómplices.—¿Qué sucedió?
—El... El ganó Camille—Dice con molestia el rubio.
—No, aún podemos hacer algo.
—¿Qué?—Cuestiona Felicity.
—Oliver—Lo llamo y el me mira atento—¿Dónde está el libro de Moira?—El tarda en responder.
—Esta guardo aquí—Su ceño se frunce.
—Lo necesito.
—¿Para qué?—Miro a Lance que entra al búnker, no me abraza pero su rostro lo dice todo.
—Voy a encerrar a Demian en su propia realidad.
—¿Eso eso es posible?—Lucen sorprendidos.
—Lo es, solo necesito el libro y saber dónde está...
—¡No!—Oliver me interrumpe.—No te dejare estar cerca de Demián.
—No necesito tu permiso—Ataco.
—Y yo no te dejaré hacer eso—Tods quedan en silencio, excepto yo y el.
—Necesito hacerlo y no...
—¡No me importa si lo necesitas o no!—Golpea la mesa.
—¡Necesito hacerlo!—Digo de la misma manera—¡No se trata de acabar con el mal, se trata de venganza!—Confieso—Por Laurel—Miro a Lancé—Por April.
Los ojos de Oliver se ponen rojos y traga con fuerza.
—Y yo me encargaré de eso, solo no puedo perderte a ti también.
—Nosotros estaremos ahí—Señala Felicity las escaleras para dejarnos solos.
Cuando lo estamos, nos quedamos en silencio.
—¿Cuantas veces haremos esto?—Pregunto—Estoy cansada Oliver.
—Es la última vez—Asegura y se acerca a mi.—Dejame ir contigo, yo puedo protegerte, solo dime qué hacer y...
—Iremos juntos.
(...)
—¿Qué crees que haces?—Asher entra al búnker gritando.
Ruedo los ojos mientras tomo el libro y Oliver se alista.
Los demás estaban en sus asuntos, no nos prestaban atención.
—No es obvió—Me burló—Salvando tu sucio trasero.
—No necesito que me salves—Asegura a punto de llorar—¿Ellos lo saben?—Cuestiona con enfadó.
—No puedo decirles—Siento un nudo en mi garganta.
