Ambas somos idiotas.

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—¡Elena!—Exclamo con asombro—¿¡Cómo diablos!?—La pelirroja me me mira igual de confundida.

—¿¡Dónde diablos estoy!?—Grita llamando la atención de todos en la oficina.

—¿¡Cómo diablos estás aquí!?—Ambas gritamos.

—¿¡Por qué estás en silla de ruedas maldita lisiada!?—Vuelve a gritar.

—¿¡Por qué sigues gritando maldita loca!?—Hablo de la misma manera.

—¡Tú me estás gritando!—Chilla.

—¡Tú también me estás gritando!—Elena toma mi silla de ruedas y me guía a un lugar más alejado.

—Ahora si maldita bastarda—Se sostiene de las reposa brazos de mi silla de ruedas—¡Dime qué diablos paso o si no te tiraré de las escaleras con todo y silla!—Ordena.

—¡Te aplastarte con mi silla de ruedas antes de que puedas gritarme!—Amenazo.

Nos miramos por unos minutos antes, ninguna estaba dispuesta a dejar su batalla.

—Esta bien—Alza sus brazos en señal de paz—Tu ganas idiota—Gruñe—Dime, ¿Dónde estoy porque estoy segura que este no es nuestro pueblucho en Latinoamérica?—Ruedo los ojos.

—No lo es—Admito—Si estuviésemos en nuestro pueblucho te aseguro que no me hablarías—Ella sonríe complacida.

—Entonces ¿Dónde estoy? Por que lo último que recuerdo fue verte con un hombre raro y después ir a mi casa para dormir y despertar en...—Mira el lugar—Lo que sea que sea esto.

—No se que decir—Susurro—Esto es igual de impactante para mí que para ti rata de baño público—Pienso alguna explicación.

—Palabras Camille—Pide desesperada—Tengo cita a las diez para hacerme las uñas no tengo tiempo para tus tonterías—Bufa.

—Vamos—Ordeno, ella asiente no muy segura aún así sale del lugar, cuando abre la puerta y sale la suelta y me golpea con ella—¡Elena!—Gruño.

—Estas en silla de ruedas, tus manos funcionan lisiada—Dice obvia.

—De seguro no sabes lo que eso significa—Aseguro saliendo junto con ella.

—No lo sé pero me veo linda diciéndolo—Su voz cambia a una más coqueta.—¿A dónde vamos?

—¿Alguna vez dejas de hacer tantas preguntas idiotas?—Cuestiono cansada.

—Ambas somos idiotas—Gruñe.

Salimos de Palmer Industrie y el auto de uno de los trabajadores de Oliver me esperaba paciente.

—Señorita Harper—Saluda—Dejéme ayudarla...

—Tienes que hacerlo, está lisiada ¿Cómo subirá a ese auto?—Ruedo los ojos.

—Solo piensa que no está—Le sonrió a Scott.

—¿Cómo es que tienes todo esto?—Pregunta cuando se sienta a un lado de mi—Vendes droga ¿Verdad? Ya sabía yo que andabas en malos pasos, desde que te juntas con Danielle...

—No hables de ella—La detengo.

—Oh, ya lo olvidaba, ¡Danielle y Camille las mejores amigas por siempre!—Finge alegría.

—Scott—Lo llamo y el me mira por eso espejo—¿Puedes ir más rápido?—Pido y el niega avergonzado.

Después de quince minutos que fueron una eternidad para mí, Elena pasa por la puerta y entra al departamento, su cara casi toca el piso.

GOLD EYES ~Oliver Queen~Where stories live. Discover now