61. Astucia

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Cuando fue obvio que Marinette había terminado de plasmar su momento de inspiración en su cuaderno, Mireille y Aurore rogaron por la oportunidad de ver lo que ella había creado. Cosa en lo que Félix parecía igualmente interesado, a pesar de no decir una palabra al respecto.

Marinette no pudo evitar reírse entre dientes cuando ellas utilizaron los ojos de muñeca ¡Incluso Marc las apoyó! Pero la franco-china se mantuvo firme en decir que sería una sorpresa.

Había tardado tanto en finalmente crearlo, y había pasado tantas horas pensando y rompiéndose la cabeza por ello, que seguramente se merecía guardarlo como un secreto hasta el día del baile, y sorprender a sus amigos.

—Al menos una pequeña pista —Aurore rogó, haciendo un puchero exagerado. Estaba claramente jugando y se detendría si Marinette lo pedía, pero no había nada de malo en su curiosidad ¿Cierto?

—Sé exactamente las telas que quiero usar. Mi carpeta de nuestras está junto a mi computadora —la niña señaló, sabiendo que ellos no querían que se moviera mucho.

Marc recuperó el artículo mencionado y se lo entregó. Marinette empezó a pasar las hojas gruesas que contenían pequeños retazos en una configuración de tres por tres en cada hoja, con nombre del color y material, el lugar donde comprarlo y el precio por metro, anotados debajo de cada muestra individual.

—Estos dos —finalmente dio vuelta a la carpeta, sosteniéndola contra su pecho y señalado con sus dedos las dos muestras que deseaba utilizar.

Una de ellas era un suave lino de color rojo cereza, nada brillante, más bien un poco oscuro. El otro era un terciopelo de algodón, rosa claro con manchas más oscuras que daba una sensación de marmoleado.

Las chicas se inclinaron para tocar las texturas de las muestras, sonriendo con satisfacción y aprobación. Mientras.
Félix se aseguró de leer y memorizar la información debajo de cada una.

No mucho tiempo después, las alarmas de sus teléfonos les recordaron que debían volver pronto a la escuela. Marinette parecía un poco dudosa sobre qué hacer, solo para que Gina entrara en la habitación.

—Tus padres y yo estamos de acuerdo en que deberías quedarte y descansar el resto del día, Marinetta —la mujer le informó, sentándose a su lado en el diván mientras el resto de los estudiantes recuperaban sus mochilas y se preparaban para irse.

Marinette hizo una mueca. Descansar un poco más sonaba bien y necesario, pero no quería saltarse las clases, especialmente porque significaba darle a Lila la satisfacción de que ella estaba lastimada y vulnerable. Porque, por supuesto que Alya iría corriendo a contarle lo que sucedió en su confrontación... si es que no había sido orquestado por la misma italiana... aunque eso podría ser darle demasiado crédito a esa mocosa.
Por no hablar de que seguramente sería sometida a preguntas sobre lo que había pasado con Alya en su hogar.

Un baile para El Día de los HéroesWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu