Ocho

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Después de la cena, todos los adultos fueron a la sala a hablar de sus vidas, pero Chenle prefirió quedarse con las sobrinas de Renjun y los otros dos bebés en la habitación de huéspedes.

A parte de Woo, que era la hija mayor del hermano de Renjun, el hombre había tenido otras dos hijas. Soo de 8 años y Eunji de 2. A la menor la había dejado en la cama junto al bebé de la hermana de Renjun, y las otras dos niñas habían preferido quedarse hablando con él.

—¿El tío Renjun y usted se quieren mucho? —preguntó la menor con los ojos brillantes.

Chenle suspiró. No le gustaba hablar de sus sentimientos hacia su novio en voz alta, pero entendía que eran niñas.

—Si. Nos queremos los suficiente como para soportarnos todos los días.

—¡Que lindo!

—¿Y uno vive con la persona que le gusta? —preguntó esta vez Woo.

Chenle sonrió por la inocencia de la niñas.

—Tienes que estar completamente seguro de que esa persona es la correcta.

Soo apoyó sus manos en sus piernas e inclinó su cuerpo hacia el mayor con una mirada de ilusión.

—¿Cómo supo que Tío Renjun era el correcto?

Chenle pensó muy bien su respuesta mientras recargaba su cuerpo en la pared y llevaba sus piernas a su pecho.

—Digamos que los años que pasas con alguien te dan experiencia. Aprendes todos los hábitos agradables y desagradable del otro, y cuando estás seguro de que puedes pasar todos los días de tu vida sin cansarte con él, es cuando sabes que es el correcto.

Las niñas se emocionaron por su respuesta, soltando algunos chillidos que obligaron a Chenle a taparse los oídos.

Los ruidos despertaron a la menor de las hermanas, pero no al bebé, y Chenle tuvo que tomarla en brazos para que no se cayera de la cama.

—Lo sentimos, Tío Chenle —dijeron ambas niñas con la cabeza gacha.

Chenle volvió a sentarse y les hizo saber que todo estaba bien.

Eunji se acomodó entre sus brazos, soltando cortos bostezos que hicieron a Chenle morir de ternura, y para cuándo se percató ya la bebé había vuelto a quedar dormida.

—Tío Chenle... —empezó Woo—. ¿Ustedes no han pensado en tener hijos?

La pregunta hizo que Chenle se atragantara con su propia saliva.

—¿Se encuentra bien? —preguntó Soo, asustada por la reacción.

—¿Dije algo malo?

—¡No! No, para nada... Es que...

Chenle no sabía qué responder.

—¡Niñas! ¡Ya nos vamos!

Las dos niñas abuchearon y Chenle suspiró con alivio. Había sido salvado.

Con ayuda de Woo salió de la habitación con los dos bebés. Afuera ya estaban los demás levantándose para irse.

Esta vez fue Chenle el encargado de despedir a todos, pero antes de que el abuelo de Renjun saliera, éste tomó su brazo.

—Jovencito... Yo quería agradecerle por hacer a mi nieto feliz. Jamás lo había visto hablar con tanto amor como cuando estaba hablando de usted. No había visto una relación así desde hacía mucho tiempo.

Chenle le sonrió al anciano y esté palmeó su hombro.

—Sigan cuidando del otro —y con eso se terminó de ir, dejando a Chenle con el corazón más cálido.

Volvió al interior del apartamento mientras se estiraba.

—Tengo sueñoooo.

—Estoy haciendo té, espera por lo menos a que esté listo.

Chenle caminó con pasos cansados hasta el mayor y puso su frente en el hombro ajeno, para luego sentir como unos brazos lo envolvían.

—¿Qué te dijo el abuelo?

—Algo de que nos cuidemos el uno al otro y que te hago feliz.

—Oh, muy equivocado no está.

Chenle rió ya un poco ido por el sueño. Por su parte, Renjun solo dejó un cariñoso beso en la coronilla de su cabeza.

—Tu familia es increíble...

Renjun sonrió.

—Pero no estoy listo para tener hijos.

Renjun no pareció asombrarse por la afirmación.

—Alguien estuvo hablando mucho con Woo.

–Moon

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