Siete

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Chenle juraba que si Renjun no arreglaba la sala para dentro de media hora lo mataría.

A su querido y amado novio le había dado por invitar a su familia al departamento, y no había cosa que Chenle odiara más que recibir invitados con la casa desordenada.

Era la familia de Renjun, y aunque Chenle ya los conociese, no había sido más que una o dos veces las que los vio, y eso cuando él y Renjun eran adolescentes.

Porque no, no eran solo los padres los que irían de visita. Era la familia más cercana, que comprendía a sus abuelos, tíos, primos, sus hermanos mayores y sus sobrinos.

Chenle estaba más que estresado.

—Chenle. Bebé. Bonito. Amor. Mi cielo.

Chenle volteó a ver a Renjun con mala cara.

—¿Se puede saber por qué estás más alterado que de costumbre? —preguntó él, usando un tono de voz suave y acunando el rostro del menor entre sus manos.

Eran esos momentos vulnerables en los que Renjun se permitía ser todo lo cursi posible con Chenle.

A Chenle se le aguaron los ojos.

—¿Y qué si ya no les agrado? ¡¿Y si me detestan y ya no vuelven, y hacen que me dejes, y entonces estaré solo y-

Renjun calló las palabras de Chenle con un dulce beso, sintiendo como el menor se relajaba entre sus manos.

—Aunque ellos me pidan que lo haga, jamás podría dejarte solo. Eres lo más importante en mi vida. Lo sabes, ¿verdad?

Chenle asintió con las mejillas rojas y un poco húmedas, y Renjun dejó un beso en su frente.

—Ahora arreglemos esto.

Ambos dejaron la casa como nueva en menos de una hora. El departamento contaba con otra habitación en la que podían dejar a los sobrinos de Renjun que todavía estaban muy pequeños, por lo que tuvieron que arreglar esa habitación también.

Los dos se dejaron caer en el sofá completamente cansados. La idea principal era ver una serie hasta que fuese la hora de que llegara la familia del mayor, pero se dejaron llevar por el cansancio y cayeron rendidos. Para cuando se despertaron ya faltaba menos de veinte minutos para que llegaran los invitados, lo que hizo de la ansiedad de Chenle algo peor.

—¡Renjun! ¡Se me quedó la toalla en la habitación!

Renjun, que estaba esperando a que se terminara de cocinar la comida, se apresuró a ir al cuarto, tomar la toalla y entrar al baño, en donde todo estaba lleno de vapor debido al gusto por el menor de bañarse con agua caliente.

—Si ves un centímetro de mi piel te corto la bolas.

Renjun bufó. No era como si no lo hubiese visto antes.

Cuando ya la comida estuvo lista y ambos vestidos, esperaron pacientemente a que la familia de Renjun llegara, que pasó unos diez minutos después.

Renjun notó los nervios de Chenle por lo que tomó su mano y le dio un apretón para que supiera que él siempre estaría ahí.

Los dos fueron a recibir a las visitas.

—¡Mamá! —exclamó el mayor al ver a su madre después de tanto tiempo.

Abrazó a su progenitora con un brazo para no soltar la mano de Chenle.

Luego la mujer se dio cuenta de la presencia del menor, lo que la hizo sonreír.

—ChenChen, ¿cómo está mi querido yerno? ¿Renjun-ah te ha estado cuidando bien? —dijo acercándose a acariciar las mejillas de Chenle.

Chenle rió y asintió.

—Estoy bien, mamá Huang.

La señora sonrió satisfecha y entró al hogar después de quitarse los zapatos.

Luego vino el papá de Renjun, que lo saludó con el mismo cariño que su esposa, haciendo sentir a Chenle feliz.

La hermana mayor de Renjun entró con su bebé en brazos, saludando a los dos con un beso en la mejilla.

El mayor entre todos los hermanos de Renjun, (que solo eran dos), tenía ya a una niña de 11 años, que Chenle había tenido el placer de conocer cuando apenas era una pequeña niña.

Se le removió un poco el corazón cuando la niña pareció reconocerlo.

—¡Tío Chenle! —dijo mientras corría a abrazarlo.

Chenle hizo un puchero y vio a Renjun, con ganas de llorar.

Luego de que todos estuvieran dentro del departamento, Renjun cerró la puerta y puso la cabeza del menor en su hombro.

—¿Ves? Ya pasaron las primeras impresiones. El resto será más fácil.

Chenle conectó su mirada con la de Renjun.

—No me dejes solo, ¿si?

Renjun reforzó el agarre que tenía sobre la mano del menor con una suave sonrisa de labios cerrados.

—Jamás lo haré.   

–Moon

R U D E | RenleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora