Cinco

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Dos reglas que Chenle había establecido, muy esenciales a la hora de pasar tiempo con su novio, eran las siguientes.

Regla número uno: No ver películas con Renjun.

Y regla número dos: Si Renjun lograba convencerlo de ver una, no dejar que el desgraciado eligiera cuál verían.

Chenle no era muy fan de las películas de terror pero tampoco era como si las odiara, las podía ver, claro que sí, pero jamás las vería con su novio ni porque le pagaran.

Renjun solía buscar las más mínima oportunidad para asustarlo, ya fuera si se distraía un poco, si iba a la cocina a buscar más palomitas, si se quedaba dormido, o si estaba a punto de aparecer un jumpscare, ya se podía decir que el rubio había encontrado su pasión en eso.

Había sido un momento de debilidad, en donde Chenle estaba muy cansado como para decirle que no a Renjun o para percatarse del título de la película antes de que la pusiera.

Como muchos de ustedes estarán pensando, ni siquiera pudieron terminar de ver el filme.

A la primera que Renjun lo asustó, Chenle decidió pausar la película y encerrarse en la habitación antes de que él pudiera decir o hacer algo, sin siquiera decir nada.

Chenle se acostó en la cama de cuatro plazas y se distrajo en sus redes sociales mientras ignoraba los incesantes golpes leves en la puerta y la voz de Renjun preguntándole que qué había hecho.

Si, a este punto Renjun ni siquiera se había dado cuenta que a Chenle le molestaba esa manía que tenía.

Y eso era lo que irritaba más al pelirosa.

—Bebé... —escuchó Chenle a través de la puerta.

Chenle rodó los ojos y curvó sus labios en una mueca. Renjun lo llamaba así cuando quería persuadirlo de hacer algo, y lo peor era que siempre funcionaba.

El menor bloqueó su celular y lo dejó encima de la cama antes de posicionarse enfrente de la puerta, viéndola sin muchas ganas de dejar a su novio entrar.

—¿Qué?

—¿Te molestó que jugara contigo?

—No es un juego, Huang Renjun. De verdad haces que no pueda relajarme, y no estoy de humor para tus cosas.

Chenle escuchó una pequeña risa proveniente del rubio y, aunque trató de evitarlo, sintió un tirón en la parte de sus comisuras , haciendo que sonriera por unos segundos antes de volver a su expresión seria.

—¿De qué te ríes?

—Yah, abre, también quiero dormir. Prometo no volver a asustarte así.

Chenle se calmó luego de eso y lo pensó unos segundos antes de abrir la puerta, solo un poquito.

Renjun sonrió al ver que había funcionado su táctica, pero lo que no se esperó fue que el menor le lanzará una sábana y una almohada con una sonrisa que ahora era cínica.

—Te perdono, pero hoy duermes en el sofá —y cerró la puerta de nuevo.

Los años dan la experiencia, pero Renjun todavía no lograba manejar la personalidad espontánea de Chenle.

Siempre supo lo difícil que sería, pero su amor por el menor y sus momentos juntos valían todo eso y más.

Ahí Renjun volvió a confirmar una vez más que Chenle siempre sería la mejor decisión que había tomado en toda su vida.

El pequeño Renjun era muy sabio.

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–Moon

R U D E | RenleOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz