𝐌𝐘 𝐈𝐑𝐎𝐍 𝐓𝐇𝐑𝐎𝐍𝐄 || 𝐇𝐎𝐓𝐃 - 𝐀𝐄𝐌𝐎𝐌𝐃 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍

IV

IV — WHITE DAISY (NOW)

¡ESPECIAL DE DOS CAPÍTULOS POR MI CUMPLEAÑOS!

— A VISENYA LE ENCANTABA pasar horas con su dragón, ya sea volando o sentada a su lado simplemente leyendo mientras acariciaba sus escamas, era una de sus actividades favoritas.

Adoraba quedarse horas en la biblioteca de la Fortaleza Roja leyendo sobre los dragones de sus antepasados, leía una y otra vez la historia de Aegon el Conquistador y sus hermanas, Visenya y Rhaenys. Le emocionaba la causa, razón y acción de sus antepasados y soñaba ser reconocida en el futuro como ellos. También leía sobre la antigua Valyria, preguntándose el cómo pudo ser si no hubiera pasado lo que pasó.

Esa tarde, se encontraba leyendo en uno de los jardines del gran castillo en Pentos, donde residía su padre junto a su esposa, llevaba consigo el libro que siempre leía, siendo su imaginación la mejor herramienta que tenía para ver los hechos que leía.

—¿Leyendo cómo los Targaryen llegamos al poder de nuevo? —Preguntó Daemon, llegando repentinamente.

—Si algún día seré reina de los Siete Reinos, tengo que saberme esta historia del derecho al revés, padre.

—Y apuesto que ya te la sabes, dime ¿Qué familias de la antigua Valyria lograron escapar de la maldición? —Interrogó.

—Los Velaryon, los Celtigar y nosotros los Targaryen, solo con cinco dragones.

—¿Y que opciones tenía Aegon para conquistar?

—Podía conquistar las Ciudades Libres o Westeros—Contestó correctamente por segunda vez.

—¿Vez? Ya te lo sabes, deberías de dejar de leer —Dijo mientras se sentaba a su lado.

—No puedo, es interesante. Para mi es como un tipo de sueño circular.

—¿Sueño circular?

—Que se repite —Aclaró la más pequeña.

—Bueno, como digas —Le sonrío. —No vine para eso, vine porque quería darte un obsequio.

—¿Un obsequio? Mi onomástico fue hace una luna —Respondió confundida.

—Si, pero no pude estar contigo, así que decidí buscar el mejor regalo que pudiera darte para compensarlo —Dijo mientras le entregaba una bolsa con algo dentro. —Ábrelo, mi pequeña dragona.

Con delicadeza, Visenya tomó la bolsa imaginando las mil y un cosas que podían ser. Abrió la bolsa y metió su mano dentro, sintiendo una coraza dura con escamas.

Miro a su padre con emoción y saco el huevo de dragón.

—¡Oh por los siete! —Gritó de felicidad— ¿Esto es enserio? ¿Cómo lo conseguiste? —Lo abrazo inmediatamente.