18. Escuela

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DONGHAE

Se acarició el abdomen con el labio inferior apretado bajo los dientes. Hizo círculos alrededor de las marcas violáceas mientras recordaba con emoción todo lo sucedido. Las últimas seis noches habían sido maravillosas, pero esa en específico iba a permanecer para siempre en lo más alto del podio.

Había llegado a casa en modo zombie, como siempre.

Se había sorprendido tarareando Dancing in the Moonlight mientras se duchaba, lavaba la ropa y la colgaba del alféizar de la ventana.

Se había dormido con el jersey de Hyukjae puesto a modo de pijama, porque no se lo había devuelto y tampoco planeaba hacerlo.

Se había despertado muy pronto, pero no le había molestado porque ahora tenía más tiempo para quedarse tumbado en la cama, chillando en silencio y admirando cada pequeña marca pintada en su piel como un tatuaje temporal.

Era verdad que estaba avergonzado por haberse venido dos veces en la mano del mayor, pero también estaba orgulloso de haber conseguido que el mayor se viniera dos veces en la suya.

Se sentía muy bien consigo mismo por no estar dándole demasiadas vueltas a las cosas. Con lo que le había costado aceptar que le gustaba otro hombre, había llegado a pensar que pasaría los días siguientes arrepintiéndose de todo, desde los besos hasta los orgasmos. Sin embargo, estaba tranquilo.

Disfrutaba muchísimo pasando tiempo con Hyukjae. No había ni un solo instante de las últimas seis tardes que quisiera eliminar de su memoria. Todo había sido sumamente especial. Desde la parte física hasta la emocional. Desde las caricias bajo la ropa hasta bailar junto a un lago bajo la luz de la luna.

¿Cuántas veces había soñado con tener una relación como esa? Demasiadas como para desaprovecharla ahora que la tenía.

Aunque solo fuese a durar unos días más.

Se levantó y sacó la cabeza por la ventana. El sol todavía no había salido del todo, pero ya había gente en la calle. Vio a su hermano despedirse de Ayla en la enfermería y marcharse hacia las cocinas, y, solo unos segundos después, a Hyukjae andando perezosamente hacia la escuela. Le resultó extraño porque los niños no entraban hasta después del desayuno, pero se imaginó que el alfa tampoco habría dormido demasiado y suspiró.

Ojalá pudiera estar allí con él y hacerle compañía.

Quedar después de comer era divertido, pero no faltaba mucho tiempo para que se fuera de la isla y quería pasar a su lado tanto como fuera posible.

Quizás, si se escabullía entre los árboles...

Quizás, ahora que nadie miraba...

Quizás, si se iba antes de que llegasen los niños...

Sonrió, le echó un último vistazo a los chupetones de su estómago y tomó la ropa seca para cambiarse. Rápido como una bala, se alistó para salir. Dejó el jersey de Hyukjae y el gorro escondidos en el estuche de la guitarra para que nadie los encontrara, se aseguró de tener la boca limpia y salió corriendo de la casa.

Entre árboles, arbustos y casas, avanzó a escondidas hasta la escuela. Saltó fuera y se sacudió las hojas de la ropa a apenas unos metros de la puerta. El corazón se le iba a salir del pecho. Sabía que no iban a poder besarse ni tocarse porque, si llegaba a la enfermería impregnado, hasta los insectos se darían cuenta de lo que estaba ocurriendo entre ellos. No obstante, el simple hecho de estar a su lado le parecía suficiente.

Se detuvo frente a la puerta y estiró el brazo hacia el picaporte mientras se aseguraba de que nadie lo observaba.

—Buenos días, Donghae.

Selvaggio (PAUSADA) [EunHae - Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora