11. Perdón

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HYUKJAE

La puerta se cerró de repente frente a él, dejándolo totalmente paralizado.

Sabía exactamente lo que estaba pasando: Donghae pensaba que había roto su promesa.

Pero no, no lo había hecho. No se había acercado a Mohamed y lo había obligado a alejarse de él, solo había interferido en la conversación porque lo había visto desde lejos y parecía incómodo. Era Mohamed quien se había asustado. Mohamed había decidido marcharse.

Todo había sido un malentendido.

Acarició el picaporte con los dedos, pero no llegó a empujar la puerta. Por mucho que quisiera entrar y explicarle la situación, no debía. Donghwa era el único alfa que tenía permitido no solo estar en esa casa, sino estar cerca de Donghae. Todavía faltaba un rato para la hora de cenar, lo que significaba que cualquiera podría verle, ya fuera entrando o saliendo. Incluso cabía la posibilidad de que Donghwa o Ayla volvieran antes del trabajo. Debía esperar a la noche para hablar con él.

Se alejó con disimulo y echó a andar hacia ninguna parte en concreto. Una parte de él le pidió que volviese al bosque y pasara el tiempo restante corriendo, pero su lobo estaba hecho polvo. Llevaba todo el día de aquí para allá, ayudando a los agricultores con la cosecha y a los carpinteros con los muebles para la boda que tendría lugar en tres semanas. Cada vez faltaba menos para que Ayla y Donghwa quedasen unidos en matrimonio. Cada vez estaba más cerca el día en el que él también lo iba a estar, casado y atado de por vida, jurando amarla y nunca serle infiel.

Y eso significaba que tenía menos de dos meses para quitarse de la cabeza aquella imagen. La de los labios del omega a centímetros de los suyos y sus bocas tan cerca la una de la otra que el olor de la uva se mezclaba con el de los jazmines.

No era la primera vez que quería besar a un omega, pero sí la primera que había estado tan cerca de hacerlo.

En aquel momento había sentido muchas ganas de arrancarle la cabeza al conejo que los había interrumpido, pero después se había dado cuenta de que eso era lo mejor. Dejarlo todo como estaba. Seguir fingiendo que no sentía nada, que no quería hundir la cabeza en su cuello y lamer cada rama de ese árbol tatuado en su espalda.

Tampoco era la primera vez que le pasaba eso. Siempre acababa solucionándose y estaba seguro de que ahora no iba a ser diferente.

Además, ni siquiera sabía si Donghae también quería besarlo. Era posible que hubiese interpretado mal su cercanía.

Esperaba que así fuera, porque no sabía qué podría pasar si volviera a tener al menor tan sumamente cerca de él, de su cuerpo, de sus manos, de su boca...

—Cachorro.

Dio un brinco al escuchar la voz de su padre. Tomó aire para tranquilizarse y giró, encontrándose con este, con el padre Yaman y con Donghwa. Los saludó con la mano en el pecho, la misma que después usó para apartarse el cabello de la frente.

—¿Qué te trae por aquí? —preguntó el padre Yaman.

¿Aquí? Miró a su alrededor. Estaba en la plaza, en concreto junto al círculo que marcaba dónde se había colocado la hoguera de bienvenida del omega.

—Nada, solo estaba dando un paseo.

—¿Tú solo? Pensaba que mi hija estaría contigo.

—Tara está ocupada con Landon —se encogió de hombros—. Quiere recuperar el tiempo perdido en la cacería, así que lo cuida mientras Gabi hace... ropa y esas cosas...

Nunca había entendido cómo algunos omegas podían transformar unas simples flores en las prendas que vestían. Si no lo hubiera visto con sus propios ojos, pensaría que era cosa de los dioses.

Selvaggio (PAUSADA) [EunHae - Omegaverse]Where stories live. Discover now