4. Lobos

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HYUKJAE

No se había olvidado de la cena de bienvenida, pero conocer a alguien como Donghae le había nublado los sentidos.

Solo se había acordado de que debía ir a la plaza porque Tara se lo había recordado mientras cuidaban del bebé. Bueno, mientras se lo pasaban el uno al otro en casa de la chica, buscando la forma de entretenerlo. Al final había resultado que al pequeño Landon le gustaba eso de ser agitado.

También le había contado a su amiga todo lo ocurrido con el omega, aunque omitiendo el hecho de que este tenía un montón de dibujos por el cuerpo. Ella seguía sin apreciar al muchacho, pero había aceptado hacer el esfuerzo por ser simpática con él, cosa que le agradecía mucho. Lo último que Hyukjae quería era que el pobre lo pasara mal en sus primeros días como parte de la manada.

Es por eso que tras dejar a Tara en la mesa con Landon se había ido a saludar a la gente, a agradecerles que estuvieran allí y a recordarles que lo trataran bien. Sí, era algo nuevo y extraño, era muy diferente a Donghwa, pero no por eso merecía que nadie lo acosara a preguntas o murmurara a sus espaldas. Que lo iban a hacer de todos modos, pero si podían disimular, mejor.

Se había alegrado de verlo y se había divertido mucho con él, pero ahora... ahora solo podía pensar en el roce de esos cortos dedos sobre sus manos y en que probablemente serían incapaces de cubrirlas por completo. Si bien el cuerpo ajeno parecía el de un alfa, sus manos y su cara eran dulces como las de un omega. Su voz también era suave, aunque no como la de los demás. No era la suavidad una pluma, sino la del pétalo de una flor. Nunca había imaginado que una persona, y menos aún un omega, le enseñaría a insultar con las manos. Esas cosas no estaban en los libros prohibidos de su padre.

Por mucho que ahora fuese vestido como los demás, Donghae no había cambiado. Eso debía de significar que todavía no había hablado con su padre, porque este era capaz de hacer que cualquier omega que quisiera cayera de rodillas ante él solo con soltar unas cuantas feromonas. De haber visitado a Donghae y de haber usado su poder sobre él, aquella divertida charla no habría sucedido.

Ojalá su padre se pusiera enfermo y no pudiera ir a la cena. Así tendría al menos hasta el día siguiente para poder pasarlo bien junto a él, escuchar más curiosidades sobre el mundo de los betas, escucharlo reír a borbotones, sentir como le tomaba las manos y no lo soltaba hasta que se daba cuenta de ello. E incluso después de soltarlo, y tras un silencio de lo más incómodo, lo único que Donghae había hecho era tomar un enorme trozo de pan y llevárselo entero a la boca. Ni siquiera Kyuhyun había hecho algo parecido.

—Qué hambre —creyó que decía, ya que no se le entendía del todo bien—. Está muy bueno.

Asintió de acuerdo. Luego fue incapaz de quitarle el ojo de encima. Lo vio comer, beber, comer más, atragantarse, reírse, sonrojarse, hacer un puchero y volverse a reír. Tomó aire profundamente en algún momento, sin pensar, y precisamente porque no estaba pensando se tragó el suave aroma a nervios y vergüenza que el otro expulsaba sin darse cuenta. Se revolvió en el sitio.

—¿Va todo bien? —le escuchó preguntar, ahora con la boca vacía.

Se rascó la nariz y afirmó con la cabeza.

—No es nada —respondió. Todavía no sabía si Donghwa lo había puesto al día de ese tipo de cosas. ¿Sabía lo que eran las feromonas? ¿Sabía lo que la gente podía hacer con ellas? ¿Sabía lo que podía ocurrirle si se encontraba con un alfa sin valores?

Apretó los puños al imaginarlo. No, eso no iba a pasar. En su manada esas cosas no ocurrían desde hacía mucho, desde que su bisabuelo le había ganado en una pelea al Jefe de aquel momento y se había quedado el liderazgo de la manada para su familia. No tenía ni que pensar en ello. No debía preocuparse y no debía dejar que sus uñas se transformaran en garras.

Selvaggio (PAUSADA) [EunHae - Omegaverse]Where stories live. Discover now