XVII

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Galaga salió del cuarto y chocó contra Hisirdoux. Dio un paso atrás, con evidentes nervios, y sonrió esperando a que nada de lo ocurrido minutos atrás se le notará en el rostro.

—¿Todo bien?— pregunto el pelinegro.

—Claro, porque no lo estaría.

Hisirdoux entrecerró su mirada, con cierta sospecha, pero desarticuló su postura de inmediato.

—Traje té. Pero no encontré panecillos, así que traje algunas tostadas con mermelada.— dijo.—¿Quieres?

—Que amable de tu parte.— dio una extraña sonrisa.—Mas tarde, aún me debo bañar.

Se metió en la próxima puerta, y por detrás del escurridizo mago, apareció Arabella. Aún seguía vestida, y ahora con los zapatos no había tanta diferencia de altura.

—Te ves bien, digo, aun mas.— sonrío el mago.—¿Quieres té?

Arabella sonrió, y tomo el brazo que este le ofrecía.

—Claro ¿Qué más tienes? No solo muero de nervios sino de hambre.— dijo.

—Si, también estoy con hambre.

Fueron a la cocina, y se separaron.

—¿Pasó algo?— pregunto mientras buscaba algunas tazas.

—¿De que hablas?— pregunto Arabella.

—Con Galaga, se veía raro.— respondió.—Lo que necesitaba.— murmuró cuando halló las tazas.

—No, solo es un idiota.— respondió ella.

Hisirdoux la regaño con la mirada, y Arabella solo le sonrió.

—Es cierto.— rió.

Ella se sentó sobre la mesada, mientras él ponía el agua para el té. Arabella busco en la bolsa de tela que más había, y de ahí saco el frasco de dulce de fresas y las tostadas. Con algo de magia atrajo una cucharada, y no tardó en cubrir el pan con el dulce rojo.

—¿De que es el té?— preguntó con la boca llena.

Hisirdoux volteó a verla, y la encontró con la boca llena. Rió al notar algunas manchas de dulce en la comisura. Se acercó, y como si fuera de lo más normal, paso un dedo para limpiar la mancha.

—Tambien es de frambuesa.— dijo.—Estar en este lugar solo me hizo pensar en eso.

—Bien, sabes lo que me gusta.— ella sonrió.

—Ah, no me podría olvidar de tus gustos.

—Tampoco yo de los tuyos.— dijo.—Muffins de arándanos.

—Tengo gustos delicados y lo sabes.— sonrió con cierta nostalgia.

En cuanto la tetera comenzó a silbar, se apartó un poco, sin embargo no volteó. Quería verla por más tiempo, y guardar ese pequeño momento en donde nada malo ocurría. Deseaba salvar el mundo con prisa, para pasar aún más tiempo a su lado.

Dio un paso más, la rubia bajo la mirada sin dejarle de sonreír. Acomodó su cabello detrás de su oreja, y otra vez alzo la vista.

—El agua.— señaló Arabella.

—Cierto.

Sirvió un par de tazas, y dejaron que el té se hiciera. Continuaron con la pequeña merienda en silencio. No tenían mucho que decir, y Arabella no abriría la boca de lo paso momentos atrás. Pues no le debía ninguna explicación a nadie, y si alguien debía alguna charla, eso era algo entre los amigos.

Destinados. [Tales Of Arcadia, Au. Douxie X Oc]Where stories live. Discover now