VIII

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Galaga se quedó dormido tras ser curado. Mientras que Arabella se fue junto a él, cuando notó la gran tensión y desesperación entre los hermanos Casperan Hestigio.

Ella leía el diario de Morgana, más en específico la parte en la que hablaba de Caeli. Procuro saltar aquellos relatos que hablaban sobre sus secretos románticos, y algunos otros.

—Claro, lo leeré luego.— murmuró.

Su lectura se vio interrumpida por el hechicero saliendo del sueño. Dejo el libro a un lado y se acercó para verlo.

Galaga sonrió al verla asomarse.

—Eres lo peor y lo mejor que puedo ver al despertar.— carraspeo.—Aunque lo ideal sería que este acostada a mí lado.

—¿De repente te nació el amor por mí?— indagó Arabella poniéndose de pie.

—Siempre tengo algo de amor para ti.— respondió.

Sonrió. Le fue inevitable no hacerlo. Aunque no siempre se llevaban bien, le agradaba tenerla cerca así fuera para molestarla o amarla.

—¿Nos saltamos todo lo que tenemos hacer para luego terminar en la misma cama?— pregunto mientras se sentaba.

Arabella le dio una mano, a la par que negaba por su comentario.

—¿Me dirás quién es tu nueva compañera?— señaló la serpiente que reposaba en una silla.—Te mordió; no es buena o algo le hiciste.

—Ninguna de la dos.— respondió.

Nenet despertó al oír su voz, y se alarmó al ver a la bruja viéndola. Más todavía cuando notó la presencia de la gata.

—Ella es.— miro nervioso a la serpiente.—Ella es mí propia White.

—¿Cómo?

La gata blanca salto a la cama, y vio fijo a Galaga, lanzándole un bufido.

—Oye, aquí hay espacio para una White.— exclamó lanzando tarascones.

—No, lo que digo es que es mí familiar.— dijo y le sonrió.

Nenet se relajo y volvió a recostarse. Estaba agotada. Perder a su hermana y no poder hablar con su madre le consumía más energía de lo que imaginaba.

Por momentos la bruja maldita se arrepentía de haber contactado en sueños a su hermana. Nunca pensó que mantener una relación en secreto le traería alguna clase de consecuencia. Sentía culpa, era como si la maldición que la atrapaba en un cuerpo que no era el suyo se extendía a los demás.

—Me mordió para llevar a cabo un conjuro. Así encontramos a circe.— explicó.

—Casi mueres.— acotó.

—Si, pero fue una buena causa. La necesitamos.— insistió.—¿Acaso te preocupas por mí? Eres tan dulce.

Arabella rió. Esta vez de manera melodiosa, y no por fastidio. Y antes que pudiera decir algo Hisirdoux se asomó. Pronto su sonrisa se borró.

—¿Podemos hablar?— pidió y vio a Galaga.—A solas.

No dijo nada, y fue hasta donde estaba el mago. Salieron de ahí, y se alejaron unos pasos de la entrada. Hubo un silencio abismal.

¿Ella quería estar enojada? No lo sabía. Pero lo que si sabía, es que no tenía tiempo para jugar con los sentimientos. Aún menos quería hacer que estos brotaran como las flores en en la primavera.

Pero allí estaba él. Viéndola, emanando arrepentimiento por todos lados. Lo malo es que no era la primera vez que le ocultaban algo similar. Anteriormente lo hizo con Merlín y eso desembocó en un caos inevitable.

Destinados. [Tales Of Arcadia, Au. Douxie X Oc]Where stories live. Discover now