XIII

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Lento fue saliendo de la oscuridad. Al abrir los ojos se encontró en su antiguo cuarto. La luz clara le obligó a cerrarlos, y cubrirse con las sábanas de nuevo, pero algo la detuvo. Sentía el frío metal rodear su muñeca, y al llevar la vista allí noto que estaba esposada.

Grito enojada, llamando la atención de Hisirdoux. Este entro a los trotes en cuando la oyó. La vio forcejeando con la única esposa, que en realidad no estaba unida a ninguna parte.

—Debes calmarte.— le pidió.

—¿Qué me calme? No solo me desmaye y desperté con esto, sino que.— se detuvo a hacer memoria.

Quería recordar que fue lo que pasó. A quien vio. Sabía que había visto esos ojos azules en alguna otra parte.

—¿Quién demonios era ese tipo?— preguntó.

Hisirdoux vio nervioso a todos lados. No estaba muy seguro que decir. Era la primera vez que lo veía, o eso recordaba.

—Yo puedo responder eso.— entro Galaga al cuarto.

Camino, hasta llegar a la cama, y se sentó al lado de Arabella.

—Antes que nada ¿Me pueden sacar esto?— pregunto a regañadientes.

—No podemos.— respondió Galaga.

—Si, ese tipo dijo que será mejor que te lo quedes hasta que …

Hizo una pausa, y Arabella se cruzó de brazos al notar que no diría más nada. Ella venia haciéndo todo bien, no había cometido un crimen, o al menos no se dieron cuenta de eso. Entonces ¿Por qué estaba en esa situación? Se cuestionó.

No lo sabía, ni sabían. Era lo único que podía responder.

—¿Hasta que mí magia este controlada?— preguntó continuando con la oración.—Mí magia está controlada, no necesito que nadie lo haga por mí.

Galaga tomo aire muy profundo, y se apartó de su lado. Estaba seguro que lo que diría le haría gritar como una loca.

—Resulta que por haber despertado a causa de un temblor de Caeli, eso la hace peligrosa.— dijo disminuyendo el sonido de su voz.

Aquello entro por un oído, y salió por el otro. Lo había procesado muy rápido, porque por primera vez sabia que no era la culpable. Dio una sonrisa, y sus ojos se tornaron rosa, para otra vez volver a ser marrones.

Ambos amigos dieron un paso atrás al ver su estoica actitud.

—Pero no es mí culpa.— dijo sin dejar de sonreír.—Simplemente no lo es.

Salió de la cama. Se calzo, y camino hasta salir de su cuarto.

Ambos magos fueron por detrás de ella. Iba en un silencio y calma que daba miedo. Era la primera vez en muchos años que veían que Arabella tomaba tan bien una mala noticia como esa.

Llegaron al gran salón, donde estaban todos, menos Circe y Zoe. Pero estás no tardaron en aparecer.

—¿Dónde está ese infeliz?— preguntó al solo ver caras conocidas.

Pronto todos vieron por encima de ella. Unos pasos metálico se acercaron, hasta frenar a su espalda. No quería voltear, porque no sabía cómo iba a reaccionar al ver esa mirada fría otra vez.

De solo pensarlo, la sangre corría enfurecida bajo su piel. Tanto años haciéndola a un lado. Propagando el miedo, diciendo maldades sobre su magia. Eran recuerdos lejanos, aún así le hacía doler. 

Al voltear se encontró con otra persona. Lucía idéntico a él, quizás con una fría mirada más amable, y el cabello no tan plagado de canas.

—¿Quién demonios eres?— pregunto desconcertada.

Destinados. [Tales Of Arcadia, Au. Douxie X Oc]Where stories live. Discover now