Y fue tan obvio para todos nosotros, especialmente para papá. Y no pude evitar sentirme aliviada, cruelmente aliviada, de que él no notara que era yo quien se quedaba mirando a las modelos desnudas de esa primera revista pornográfica que compró para intentar "arreglar" a Chuuya.

Pero seguí ocultándolo, ignorándome a mí misma y lo que verdaderamente quería. No, no quería nada. Verdaderamente, solo estaba confundida. Sí, solo era eso. Seguía siendo la hija perfecta para ellos, debía seguir siendo la hija perfecta de la cual pudieran sentirse orgullosos.

Mientras más logros obtuviera, mejor fuera mi comportamiento, más saliera con ese chico de mi clase que papá y mamá adoraban, más los distraería de la "desviación" de Chuuya. Solo mírenme.

Soy la hija perfecta, ¿no están felices de eso? Ignoren a Chuuya, concéntrese en mí, dejen que él sea libre, yo estoy bien dentro de esta jaula. No los decepcionaré, así que obsérvenme. Estoy haciendo todo bien, estoy de pie en medio de la sala junto a un hombre que no me gusta, recibiendo besos y caricias que no me hacen sentir nada más que ganas de vomitar, escuchando sus ridículas bromas sobre un día casarme de blanco y parir hijos que no deseo. Pero ignoren todo lo que pienso y siento, miren mi sonrisa; es elegante, educada, la practiqué para que no se dieran cuenta de que nada de esto me gusta, pero estoy bien. Está bien, soy la hija perfecta, Chuuya es el error. El error que, espero, tenga la libertad que yo jamás tendré...

Pero, ¿qué están haciendo? ¿Por qué dicen eso? Papá, deja de gritar, deja de decirle a Chuuya que hace todo mal. Mamá, di algo, por favor, di algo. Dile que está bien, que Chuuya no tiene por qué ser como su querida "Ane-san". Chuuya, no los escuches, no es cierto, nada de lo que dicen es cierto. ¿Por qué no me escuchas? ¡¿Por qué no puedes solo escucharme a mí...?!

¡Basta, estoy cansada...! Dejen de repetir siempre lo mismo, dejen de observarme, dejen de compararnos. Dejen de gritar, no quiero escucharlos decir "Mira a Kouyou, ella es inteligente y educada, no como tú".

Mira a Kouyou, es la mejor de su clase. Mira a Kouyou, ella siempre recibe los gritos y los golpes por ti, aunque es una mujer débil, protege a un puto maricón como tú. Mira a Kouyou, ella es normal, ya se graduó de la secundaria con honores, irá a la universidad, se casará con un buen hombre y dejará todos sus sueños para ser la ama de casa perfecta, la madre perfecta, que cuando su esposo golpee a sus hijos, mirará hacia otro lado o fingirá que no escucha sus sollozos. Igual que su propia madre, repitiendo el ciclo, preocupándose solo por una juventud momentánea.

Mira a Kouyou, sé como Kouyou, ¿por qué no eres como Kouyou, Chuuya? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué soy una total mentira? No soy un ejemplo a seguir, no soy nada, nada de lo que hago sirve, no puedo sacar a Chuuya de aquí, no puedo salir, no puedo salir, no puedo salir...

―¿Ane-san? ―Me giré y miré hacia el segundo piso con una sonrisa, ocultando entre la oscuridad el bolso repleto de ropa que cargaba en la otra mano―. Son las tres de la madrugada, ¿a dónde vas?

Fue durante un sábado, lo recuerdo bien. Ya me había graduado de secundaria, estaba a la espera de ir a la universidad. Chuuya comenzaría pronto la secundaria, y solo tres meses después de mi partida, cumpliría 15 años.

Pero por esa última noche, le sonreí como cualquier otro día, prometiéndole sin palabras que estaría ahí para verlo crecer.

Lamentablemente, las promesas fueron creadas más para romperse que para cumplirse.

―Solo necesito un poco de aire, vuelve a la cama ―ordené, transformando mis palabras en un suave pedido.

―¿Es por la discusión durante la cena...? ―cuestionó, ignorando mi sonrisa y todo aquello que cubría―. Lo siento, te metí en problemas otra vez...

Leave the kiss for later [SKK]Where stories live. Discover now