-Debería odiarte, cachorro humano, pues osas sobrevivir a mis llamas cuando reinos enteros y hasta dioses han sucumbido a mi fuego, pero solo puedo sentir curiosidad y admiración, hijo de hombre- El niño simplemente estaba paralizado. La sed de sangre y presión de aquel monstruo lo dominaba completamente, un manto de instinto asesino tan pesado que podía hacer ceder la voluntad de los más grandes héroes y guerreros que pisaron la tierra desde hace eones

Aún así, lo miró retador, sabiendo que nada podía hacer contra él, pero aun asi no se rebajaría a mostrar temor ante esta criatura infernal, cosa que pareció divertir a aquel ser, que rió entre dientes al ver a esa cria humana carente de cualquier rasgo de miedo ante su presencia

-Cada vez me interesas más, mocoso- Entre las sombras, el chico notó como las fauces de aquella criatura formaban una diabólica sonrisa, monstrando largos colmillos capaces de triturar montañas -Pero ese coraje no te va a servir de nada. Poco a poco, acabarás cediendo a mi, da igual cuánto te resistas o luches, da igual cuántas veces te levantes, tarde o temprano...todos caen presa de las llamas...- La boca del ser abrió, iluminada por poderosas llamas sangrientas que surgían de su interior

-Y tú no eres una excepción, Anomalía, tarde o temprano arderás...y harás arder el mundo y todo lo que amas...- Lo último que vio el niño fue una ardiente ola de llamas surgir de las fauces de aquel ser, que cubrió su cuerpo y lo consumió hasta no dejar rastro alguno de él, sumiéndolo en la total oscuridad....

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Bell abrió los ojos, presa del terror, y de incorporó de repente, sufrir do un fuerte latigazo de dolor que recorrió su cuerpo. La respiración del joven era errática, completamente alterado, mientras se llevaba la mano a su frente, sintiendo como un sudor frío descendía por su cuerpo, que temblaba incontroladamente.

-Otra vez aquello...- Nuevamente, los recuerdos de aquel suceso habían aparecido en su mente, recuerdos de dolor, ira, sangre y fuego, que por todos los medios trataba de olvidar, memorias que solo alimentaban la rabia que a veces ardía con fuerza en su interior, alimentada por la furia y la impotencia que cargaba desde aquel día en que perdió tanto

-Tch- Bell sintió entonces un fuerte dolor en el costado y su brazo uzquierdo, llevándose la mano a este, donde pudo notar las vendas que cubrían su torso y pecho desnudos, así como las vendas que también cubrían su mano y antebrazo izquierdos. En ese momento acudieron a su mente los recuerdos del duro combate que tuvo lugar antes de que perdiera el conocimiento, donde enfrentó a un Errante, Minos.

-¿Donde estoy?- El desorientado chico observó entonces a su alrededor, viendo que se encontraba en una sala de techo alto, lugar que reconoció cuando si mente al fin se aclaró, pues era la sala donde hace ya unas semanas fue traído tras su pelea con el monstruo irregular de Babel, lo que indicaba que se hallaba nuevamente en el Hospicio de la Familia Brigid

-¿Cuanto tiempo llevaré aquí?- El chico intentó levantarse, pero le era imposible; el simple hecho de estar incorporado en la cama lo agotaba

-¿Estarán todos bien?- Se dijo Bell, pensando en ese momento en sus compañeras, Lili, Primo, Gina y las chicas de la Familia Takemikazuchi, que estaban con él durante la pelea, cuando cerca de él escuchó el sonido de una respiración calmada, y al enfocar su vista en un lado de la estancia, pudo ver, en un sillón, sentadas una junto a la otra, a su diosa y sus compañeras de Familia, Syr y Lili, durmiendo juntas, con Hestia apoyadando su cabeza en el hombro de Syr y Lili tumbada sobre el regazo de Hestia.

El chico, al verlas, solo pudo suspirar aliviado, sobre todo al ver a Lili a salvo y aparentemente ilesa, y no pudo evitar sonreír con ternura al ver dormir juntas de ese modo a las tres, una prueba más de lo unidas que estaban. No obstante fijándose mejor pudo ver el cansancio en sus rostros, así como rastros de lágrimas en las tres chicas, lo que indicaba que posiblemente habían estado llorando durante bastante tiempo, y todo posiblrnente a causa de él

La Leyenda del PretorianoWhere stories live. Discover now