Capítulo 18

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Era bien avanzada la jornada, cercana al mediodía, cuando Bell se dirigía, recorriendo las calles de la ciudad, hacia la Anfitriona de la Fertilidad, vestido tan solo con su camisa y pantalones negros.

El día anterior Bell había conseguido una nueva arma, una hermosa lanza forjada en otro continente, que le fue entregada por Broddin, el herrero gnomo. La lanza estaba forjada con unas runas grabadas en el acero, que según Broddin servían para fortalecer el arma.

Al llegar a casa, Bell le mostró el arma a su diosa, que se quedó impresionada al ver esa lanza proveniente de Lyria. Aunque había bajado hace poco al Plano Terrenal, Hestia, como muchos dioses, había estudiado bastante sobre el mundo mortal antes de descender a Orario. Por ello, la diosa conocía sobre la peculiar magia que usaban los magos de las naciones de Lyria, basada en las runas, muy distinta de la magia basada en cánticos de los aventureros y magos de los reinos del Continente Central.

Hestia entonces le habló sobre la Magia Rúnica, explicándole que las runas de Tyr Salin, la nueva arma de Bell, no solo servían para potenciar el ataque y resistencia del arma, sino que podían invocar algún tipo de poder, posiblemente elemental, como parecían indicar las runas grabadas. Esa era una de las principales características de las runas arcanas, el poder usar distintos elementos aún sin tener afinidad con esos elementos.
A Bell le interesó bastante ese poder oculto en Tyr Salin. Por desgracia, Hestia no conocía el método para activar las runas, y Bell aún no poseía el conocimiento necesario sobre magia para poder plasmar su energía mágica en el arma. De todos modos posiblemente no sirviera, pues la activación de runas requería de otro método distinto al de la magia convencional.

Bell entonces decidió que cuando pudiera buscaría información, ya fuera en una biblioteca o de boca de algún mago experto, para poder aprender a activar las runas de la lanza.

Esa mañana, Bell decidió quedarse en su hogar, pues por la tarde, tras el mediodía, iba a reunirse con Eina, para comprar una armadura. Al oírlo, Hestia no pudo evitar bromear con Bell, diciéndole que le parecía muy atrevido de su parte invitar a la semielfa a una cita, a lo que Bell, sonrojado, contestó que solo iban a ir de compras.

Después de que desayunaran y Hestia saliera para ir a su trabajo, Bell decidió aprovechar esa mañana para practicar su manejo de la lanza, y acostumbrarse a empuñar a Tyr Salin, para estar listo la próxima vez que fuera al Calabozo.

Aunque había aprendido a manejar la lanza desde pequeño, en un principio a Bell se le dificultó un poco, pues llevaba mucho tiempo luchando solo con espadas. No obstante, en solo un rato su cuerpo recordó como manejar ese tipo de arma, y durante horas el peliblanco estuvo manejando de manera excelente la lanza, lanzando estocadas, intercalando golpes con el filo, el asta de madera o la punta posterior, o girando el arma sobre su cabeza o intercambiando rápidamente de una mano a otra. Al ver como podía cortar varias rocas y troncos fácilmente, Bell observó satisfecho que aunque no tenía el poder o la potencia de sus espadas, Tur Salin superaba por mucho a la mayoría de armas forjadas en acero, además de ser mucho más ligera y manejable de lo que parecía a primera vista.

Bell también práctico varios lanzamientos con ella, para usarla como arma a distancia, contento con la potencia del arma, y satisfecho al notar que no había perdido la puntería.
Practicó también varios movimientos combinados, como por ejemplo atacar en el aire con la lanza, dando grandes saltos, volteretas e impulsos por las paredes, usarla combinando su combate cuerpo a cuerpo con el manejo de la lanza, o intercambiarlas rápidamente con sus espadas en pleno combate, guardándolas e invocándolas en solo un instante usando Tesoro del Valhalla, como también lo usó para recuperarla al lanzarla a la distancia.

Otra cosa que Bell probó fue usar la magia que conocía para complementar su estilo de combate con Tyr Salin. Bell no usó Sacra Aedes con la lanza, pues sabía que a pesar de la calidad de su acero, Tyr Salin no aguantaría ante la potencia de las llamas del hechizo, al contrario que Arciel e Ignion, las espadas de Bell.
Sin embargo, al usar Tempestas Luminare para potenciar la velocidad de su cuerpo, la potencia del arma se incrementaba, a tal nivel que al lanzarla el arma, cubierta de rayos, aumentó enormemente la velocidad y fuerza del lanzamiento, a tal nivel que atravesó limpiamente una de las paredes de piedra derruidas del jardín, con una potencia que superaba al proyectil de una balista de asedio pesada.

La Leyenda del PretorianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora