XXX. ASUNTO CERRADO

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De verdad que trató con todas sus fuerzas de ignorarlo.

Evitó su mirada cuando hablaba con William en la mesa, evadió la imagen de él mientras bailaba con su pareja y rechazó voltear en su dirección durante toda la noche, pero aún así no la dejó pasar desapercibida.

Fred asistió con Ángela al baile, como se veía venir. En realidad, a Hydra ni siquiera le molestó el hecho de verlos juntos, lo que realmente la afectó fue que, aún cuando toda relación entre ellos había terminado, el chico no dejó de observarla ni por un segundo. El peso de sus ojos en su espalda se sintió en cada giro que daba al bailar con su pareja, no la abandonó ni en la cena ni en el discurso de apertura. Sentirse vigilada no era algo nuevo para ella, pero nunca le había molestado tanto como esa noche en particular.

William fue todo un caballero, con halagos y palabras dulces en demasía la hizo sentir en las nubes. Pasaron la mayor parte del tiempo en la pista de baile, pues la elegancia y soltura que poseía el chico le daban a Hydra la motivación suficiente para clavarse al suelo allí. La manipulación al ritmo de la música de la que era víctima se sentía como todo lo correcto en el mundo. Por primera vez pudo olvidar todo y no preocuparse por nada más, solo se dejó llevar. Dejó que él hiciera lo que quisiera y la guiará en cada paso e Hydra podría jurar que fue la mejor sensación del mundo. Esperó por esto demasiado tiempo, pero el momento al fin llegaba: alguien cuidaba de ella, ahora podía bajar la guardia.

Estaba tan perdida en el momento, que ni siquiera fue capaz de notar el altercado que tuvo uno de los gemelos con su pareja de baile, ni tampoco puso mucha atención en cómo la chica salió encolerizada del lugar, dejando a Weasley plantado en medio del baile. Solo tiempo después, cuando el evento casi se daba por finalizado fue que giró el rostro en su dirección, solo para notar que sus ojos castaños ya llevaban tiempo estando sobre ella. Su hermano seguía en la pista con Lynette así que este estaba sentado en una mesa solitaria. La mayoría de los alumnos empezaron a irse unos minutos atrás, pero los maestros continuaban dando vuelta por el lugar.

Con rapidez retiró su mirada del joven, para después llamar la atención de su cita al tomar su mano delicadamente.

—Creo que ya deberíamos irnos, Will. Es tarde y debemos empacar para ir a casa.

El castaño sonrió apretó ligeramente su mano.

—Me parece bien, ya estoy cansado de cualquier modo. Te acompañare hasta las habitaciones y me iré.

Ella sonrió, complacida. Se levantaron de la mesa y, unidos por los brazos, avanzaron por los pasillos a paso lento. No tenían prisa por separarse, la compañía del otro les resultaba lo suficientemente agradable como para permanecer en ella para siempre si era posible.

—Hydra, yo... -titubeó.

Ella asintió en su dirección con sutileza, dándole tiempo para tomar lo que necesitara, ya fuera valor o fuerza, y pudiera continuar hablando.

—¿Lo has pasado bien esta noche? -preguntó finalmente.

La sonrisa de la rubia no podría mostrar más dientes que ahora.

—Lo he pasado maravillosamente, como siempre que estoy contigo.

Eso pareció darle confianza al joven, pues continuó su charla con voz menos tambaleante.

—Me alegra escucharlo, la verdad es que creí haberme apresurado a decir aquello en el desayuno, no sabía si te sentiste presionada de ir conmigo o si tenías otro pretendiente que fuera una mejor compañía.

Los labios de la rubia se ladearon con suspicacia.

—No sabía que tú fueras un pretendiente, para empezar.

Hydra Malfoy (Fred Weasley) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora