VI. LA CULPA ES SUYA

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En una mesa de la biblioteca se encuentra Hydra estudiando, tarea que le es muy difícil al tener a su hermano hablando en su oído con ideas que, de nuevo, lo van a meter en problemas.

-¡Es que no estoy mintiendo, Hydra! Te juro que tiene un dragón -repetía en susurros.

-No me interesa, Draco, ese no es nuestro problema -responde sin apartar la mirada de su libro.

-No me estas entendiendo. Si le digo a Dumbledor que Hagrid tiene un dragón ilegal seguramente lo van a despedir.

-¿Y para qué queremos que lo despidan?

-¡Ese no es el punto!

-¡Silencio! -los reprende la Señorita Pince.

Hydra cierra su libro con frustración.

-¿Entonces cuál es el punto? -susurra ella.

-Que cuando le diga que Granger, Weasley y Potter estaban ahí, encubriéndolo, ellos también serán expulsados.

-¿Y para qué queremos que los expulsen?

Draco se muestra confundido.

-¿Qué no es obvio? ¡Al fin nos librariamos de toda esa basura por los pasillos!

-¡Es que no lo vale, Draco! Preguntarán cómo lo sabes y entonces también te castigarán a ti ¡Ya no puedes meterte en más problemas!

-¡No van a castigarme!

-¡Sí lo harán! Y papá va a castigarme a mí por tu culpa.

-Pero Hydra...

La mano de la rubia vuela al brazo de su hermano, sosteniendolo con fuerza, no para lastimarlo, sino para llamar su atención.

-¡Ya basta! No vas a decir nada, Draco -dice firme, sin dar lugar a réplicas, y cuando ve venir una vuelve a arremeter contra él-. Por favor, hazlo por mí. No quiero que te ganes una reputación de soplón. Tus comentarios ya te han dado una mala impresión de entrada.

El chico frunce el ceño, su hermana suspira cansada.

-Escucha: Yo tampoco soy una dulce flor con los demás, pero eres un buen chico, Draco, y no dejas que nadie lo vea comportándote así. Solo quiero que los demás te vean como yo lo hago. Por favor, te lo suplico ¿Solo ignoralos, si?

Se hizo un corto silencio.

-Está bien -acepta.

La rubia sonríe, genuinamente. Se acerca y abraza a su hermano por unos segundos.

-Gracias, te quiero -deja un beso en su cabello y lo libera.

Por supuesto, esa escena no sirvió de mucho, o de otro modo no estaría afuera de la puerta de McGonagall, pensando en mil excusas para tratar de salvar a su hermano del castigo suicida que le dieron. Toca la puerta dos veces y entra con paso cauteloso cuando se lo permite la profesora.

-¿Qué necesita, señorita Malfoy? -cuestiona sin levantar la vista de los pergaminos en su escritorio.

-Es sobre mi hermano, profesora -se lame los labios con nerviosismo-. Yo...

-No voy a retirar el castigo.

-Lo sé, no es eso lo que le iba a pedir -le explica apurada. McGonagall levanta su mirada para ponerle atención real a la rubia-. No hay manera de justificar las acciones de Draco, pero creo que es un castigo demasiado severo para un error tan pequeño.

-¿Pequeño? -cuestiona, levantando un poco la voz- Las reglas están para cuidar de nuestros alumnos, porque cuando no son acatadas al pie de la letra hay accidentes, y luego los padres nos culpan a nosotros por no vigilarlos correctamente.

Hydra Malfoy (Fred Weasley) Where stories live. Discover now