Mi esposo.

Nos quedamos un buen rato en el malecón— busqué los lugares más destacados del lugar —nos sentamos en la banqueta hasta que divisamos los primeros rayos del atardecer, Remy y Yerik, también estaban gratamente sorprendidos al lugar donde pasaremos la luna de miel antes de que mi esposo, me diga que tenemos que hacer el check inn de la casa donde vamos a pasar los días aquí en Mazatlán.

Ya estoy enamorada del lugar, en menos de un día.

Y sé, que aún nos falta mucho que recorrer.

—¿Cuánto tiempo nos quedaremos, cucciolo?—

—Tres largas semanas, mi amor— asiento con emoción— tres semanas, en las que no seremos molestados por nadie—

—¿Y donde queda la casa? ¿Es grande?— se ríe por lo bajo ante mis preguntas— lo siento, es que...¡Amor, estamos en nuestra luna de miel!—

—Lo sé, mi amor. Y no te disculpes, amo ver esa emoción en tus ojos desde el momento en que despiertas—

Siento como las mejillas se me ponen ligeramente rojas, golpeo su brazo a lo que se ríe antes de que tome mi mano, besando los anillos que adornan mi dedo anular izquierdo.

—Maldito parásito cursi—

—Te ves tan hermosa con las mejillas rojas, mi amor. En serio—

—¡Ya!— chillo con falso enojo, se carcajea— mejor, responde mis preguntas. ¿Dónde has rentado la casa?—

—Fuera de la ciudad. Necesitamos privacidad y una propiedad grande para que los guardias puedan dormir también y hacer guardia— asiento— fue la opción que más me gustó. Es bastante amplia, parece un tipo de hacienda pero la agente de bienes raíces que renta la casa, me dijo que antiguamente era un hotel. Ahora, es una residencia de dos pisos completos—

—¿Completos?— asiente.

—Así es— da vuelta en una curva, entramos a una especie de carretera— ambos pisos tienen cuartos, baños y cocinas completas para recibir a un tumulto de personas como lo somos nosotros—

—Entiendo...— respondo— ¿Tiene piscina?—

—Y tobogán junto a un bar—

—Uhh, me gusta. ¿Dónde queda exactamente?—

—En una zona que lleva el nombre de Delfín. En sí, la residencia lleva por nombre "Casa del Delfín"—

—Interesante, ¿estaremos lejos de todos?—

—Tal como nos gusta, mi amor—

—¿Ves? Por eso me casé contigo— sonríe— siempre, piensas en nuestra comodidad—

—No me gusta ser molestado—

Ambos caemos en un cómodo silencio mientras que no dejo de mirar cada parte del paisaje, aunque parezca ser un puerto pequeño, logras sentir la distancia de la casa donde vamos a quedarnos de los lugares turísticos.

No es que sea una molestia a Xander y a mí, nos gusta explorar los lugares con tiempo.

Después de lo que parece una hora de camino hacia la casa, tengo que contener las ganas de reírme al ver la expresión frustrada de mi marido ante el camino de tierra y baches que tiene la carretera que nos lleva a la casa, río cuando el auto se sacude de un lado a otro por el maltrecho de la zona.

Cuando pasamos la zona de tierra, mi esposo da la vuelta para estacionarse en un camino de grava que nos deja frente a la casa, bajo mis lentes de sol un momento observando la fachada de piedra con algunas plantas de enredaderas antes de volver a acomodarlos en el puente de mi nariz.

El amor del Zarحيث تعيش القصص. اكتشف الآن