Capítulo 7

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Xander

Hago una mueca cuando el calor abrasador me golpea en el rostro, gruño por lo bajo. Sigo sin entender como Valentina y mi padre, pueden vivir muy agusto en esta región de Italia, me quito el saco sintiendo como sofoco cada vez que respiro, desabrocho dos de los botones de la camisa.

Maldito calor

—Hace calor, ¿no?—

Sonrío al ver a mi padre, esperándome en la pista del aeropuerto privado con los hombres de seguridad míos y de la bruja. Abrazo a mi padre quien me recibe gustosamente.

—¿Cómo estás papá?—

Hace ademán con su mano, para quitarle importancia.

—Ah, eso no tiene relevancia—

—Papá...—

Solo sonríe. Miro su rostro, se ve más demacrado desde la última vez que lo vi y eso que fue hace un mes por videollamada para contarle las novedades con sus negocios.

—Te ves más bronceado, viejo— digo al ver su pálida piel con más color— ¿Disfrutaste de las playas nudistas?—

—Sin duda, la mejor experiencia de mi vida— me río— debí haber pensado en retirarme hace tiempo—

Le doy asentimiento a Horacio, el segundo al mando a cargo de la seguridad de mi ex esposa junto a Remy.

—Señor Xander, es bueno verlo—

—Gracias, Horacio— respondo— han pasado años, ¿y la bruja?—

Mi padre simplemente se encoje en hombros.

—Trabajo, hoy era día de obras y permisos—

Asiento, sabiendo de memoria su rutina. Desde que le disparó a las cámaras de seguridad, sin contar el programa que mandó para inhabilitar mi sistema, no he vuelto a mirar por las imágenes.

—No olvido, lo que hizo a mi sistema de vigilancia— bufo— ya me arrepiento de haberle enseñado acerca de la tecnología—

—Te lo mereces—

—¡Uso mi propio programa contra mí!— digo con indignación— me las cobraré, ahora que estoy aquí por un par de días—

—Bueno, si quieres toparte con pared es tu problema— responde, lo miro— digamos que el humor de la mocosa, no es el mejor en estos momentos—

—¿Por qué?— pregunto de inmediato—¿Tiene que ver con el imbécil ese?—

Mi padre suspira, mientras juntos comenzamos a caminar hasta la camioneta. Mis hombres mezclados con los de Val, se preparan para salir.

—En parte es eso— admite— pero, tomando en cuenta que el idiota no deja de mandarles arreglos florales todos los días—

Arqueo una ceja

—¿Realmente?— asiente—¿No se supone que lo había terminado?—

—Así es, lo hizo— sonríe— de hecho, llegó muy contenta ese día. Dijo que se había deshecho de la basura sin cerebro—

—Eso es bueno— admito— insistente el tipo, ¿eh?—

—Ni tienes ni idea— responde— por qué las flores no paran de llegar y Valentina, se enoja porque incluso mandándole la cabeza del repartidor al sujeto, no entiende—

—Debe estar apresurado para recuperar a Valentina y tenerla bajo su yugo—

—Lo más probable, necesita sacarle algo de información con urgencia para que su propia familia, no lo decapite por inútil—

El amor del ZarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora