-¿Sí? –Respondí a la salida de la cafetería.

-¿Interrumpo algo?

-Estaba comiendo, pero por lo demás no. –Reí un poco mordiéndome el labio inferior.

-Vaya, lo siento, qué idiota.

-¿Tú no comes? –Fruncí el ceño.

-No, como yo no almuerzo creo que los demás tampoco. –Escuché su risa a través del teléfono y no pude evitar reírme.

-¿Por qué no comes?

-He tenido un montón de reuniones y aún me queda toda la tarde en este despacho, así que como un sándwich rápido y vuelvo dentro. –Miré al suelo mordiéndome el labio.

-Esta mañana estabas adorable. No quería irme, te lo aseguro. –Suspiré pasándome una mano por el pelo.

-¿Tú crees? Hacía mucho que no dormía así. –Sonreí instintivamente porque era algo de lo que me sentía orgullosa.

-No me importaría hacer que durmieses así siempre. –Escuché la risa de Lauren al otro lado del teléfono.

-Tengo que irme, Camila. Hablamos esta noche, ¿vale?

-Vale.

Tras la comida, llegué a casa más cansada de lo normal. No era una casa como la de Lauren, era un simple ático en Los Ángeles, aunque a mi hermana le parecía que era un palacio.

-Sofi. –La llamé suspirando, recogiendo su mochila del sofá. –Te he dicho mil veces que lleves la mochila a tu habitación cuando llegues de la universidad.

La chica apareció tras la puerta de mi habitación. Era yo pero con 18 años, y a decir verdad era preciosa. Era calcada a mí.

-Sí, mamá. –Ella rodó los ojos y casi la estampo.

-No, sí mamá no. Puedo mandarte a una residencia para que me dejes tranquila, o mandarte a Miami de nuevo si quiero. –La reprendí con el dedo, y ella cogió la maleta y la llevó a su habitación. Por lo demás, Sofi me ayudaba con todo y sacaba bien los exámenes, así que no había por qué preocuparse.

-Esta noche no voy a estar, tienes pizza en el congelador y el número del tailandés en la nevera.

-He quedado con mi novio, no hace falta. –Me dijo acercándose a mí a la cocina, abriendo la nevera para coger una botella de agua.

-Entonces hay condones en el baño. –Le quité la botella de las manos y bebí, viendo la cara de mi hermana.

-¿Tú nunca los usas? Porque cada vez que voy a coger uno están intactos. –Ella frunció el ceño

-Cielo, cuándo vas a asimilar que me gustan las chicas. –Me acerqué a Sofi y le di un beso en la cabeza, abrazándola con fuerza.

-Es verdad, joder, siempre se me olvida. –Decía mientras me rodeaba la cintura con los brazos. -¿Sales con alguna chica hoy?

-Conocí a una. –Ladeé la cabeza y le peiné un poco el pelo, cogiéndole las mejillas como solía hacerle cuando tenía seis años. –Se llama Lauren, Lauren Jauregui, no sé si te sonará.

-¿Lauren Jauregui? –Ella se separó y entreabrió los labios.- Estás de broma, ¿no?

-No. –Negué sin poder descifrar bien la cara de mi hermana.

-¿Te has ligado a una multimillonaria que además está buena y sale con una modelo de Victoria Secret?  

-De hecho, quería liarse conmigo mientras estaba con esa modelo, la modelo la engañaba con un tío, la dejó, vino a rogarme por un beso, me invitó a una cena en la azotea del hotel Marriott en Los Ángeles y nos besamos en una de sus suites aunque no hicimos nada. Luego intentó tener sexo conmigo en la consulta y ayer me quedé con ella en su casa.

room 72; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora