47. regalos

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SIN CORREGIR************































































NARRADOR OMNISENTE.

La mente de Faelynn divagaba, su realidad cada vez estaba más lejana a la real, sus pensamientos eran fragmentados por el fiz, ese era su efecto en ella, confundirla, volverla sumisa e inocente, licuando poco a poco su cerebro, alejando su mente de la realidad haciendo que las personas a su alrededor puedan usarla a su conveniencia.

Erick era el titiritero, desde un comienzo lo fue...

El fiz son sus hilos...

Y Faelynn, Faelynn era su marioneta.

—¿Erick que hace mamá aquí?—dijo Faelynn aún en la cama, sin ninguna intención de acercarse a la mujer que lloraba en silencio —¿Porque no está gritando?

—se que odias que te griten, tu madre y yo hablamos y ella ya no lo hará más— al decir esas palabras Erick río levemente por el verdadero sentido de esa oración.

Faelynn sonrió encantada, en su cabeza significaba que su madre ya no sería mala con ella, siguió lentamente con la mirada a Erick y su madre hasta que estuvieron al pie de la cama frente a ella, la madre de Faelynn no podía dejar de verla, con el alambre de púas enrollado en el cuello, con una simple franelilla puesta sin importar el frío que hacía, sus mejillas estaban rojas y sus ojos casi negros de lo dilatada que estaba la pupila, su cabeza rapada y las marcas en sus brazos.

Pero lo que más le sorpendia de todo esto, es que ella se veía feliz, parecía una pequeña niña alegre de ver a su madre.

No sabía el infierno en el que estaban las dos.

Erick tomo las manos de la mujer y la colgó al techo dejándola unos centímetros alejada del piso, sollozando la mujer intento safar se en el momento que el hombre se dió la vuelta.

La mujer quería gritar...

Quería pedirle a su hija que la salvara...

Pero no tenía lengua para hacerlo.

Tendría que morir ahogando se con sus palabras.

Erick abrió su mano frente a las dos mujeres mostrando un paquete de alfileres de costura, Faelynn sonrió encantada por los múltiples colores que estos poseían en el extremo sin aguja.

—¿Es otro regalo?— quiso saber con curiosidad

—no fae, tu mamá y yo hablamos, queremos que juegues con nosotros— dijo el con malicia en su voz —jugaremos a qué somos doctores de acupuntura

Faelynn hecho la cabeza a un lado como un pequeño cachorro confundido, no sabía que podía jugar con los alfileres, su papá siempre le dijo que se podía hacer daño, pero capaz estos no eran malos.

Erick le extendió la caja abierta dejándola frente a ella, Faelynn tomo un alfiler de color lila y se lo extendió con una sonrisa, los químicos en su cabeza no la dejaban procesar lo que había hecho. Erick tomo el alfiler con mucho cuidado al mismo tiempo que dejaba la caja con el resto en las manos de Faelynn, está la puso en su regazo con delicadeza, para luego volver a ver la escena en frente de ella, Erick rozaba el alfiler por todo el cuerpo de la mujer causándole escalofríos, su cuerpo temblaba inquieto, llegó hasta su muslo y  un grito quedó atorado en la garganta de la mujer cuando el clavo el alfiler hasta el fondo, dejando solo la bolita de la punta visible.

Faelynn vio la cara de su madre, lágrimas caían por sus mejillas sin control, solto la caja con miedo haciendo que todos los alfileres se esparcieran por el piso, estaba punto de levantarse cuando Erick la miro de reojo de manera amenazante, lo que hizo que Faelynn se hechara para atrás.

solo de nosotros [EN PAUSA]Where stories live. Discover now