Lisa

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Lisa caminaba en dirección a la oficina de su padre, Marco Manobal, dueño de uno de los periódicos más importantes de Nueva York. Muchas miradas se ganaba de las personas que trabajaban para su padre: deseo, admiración, podía verlo en sus ojos, en las expresiones de sus rostros. Pero eso a ella no le importaba, simplemente los miraba por encima del hombro, haciéndoles entender que no valían nada.

"Buenos días, Srta. Manobal", la saludó la asistente de su padre, pero ella ni siquiera la miró, simplemente entró a la oficina.

Lisa: ¿Para qué me mandaste a llamar? - se sentó en una de las sillas de forma aburrida.

Sr. Manobal: Buenos días, hija. Me alegra que estés aquí.

Lisa: ¿No me has llamado para pedirme que venga a trabajar en el periódico? Porque estás perdiendo tu tiempo, sabes que no lo haré.

Sr. Manobal: Claro que no, hija.

Lisa: Entonces, ¿para qué?.

Sr. Manobal: Bueno, quería saber cómo estás, si necesitas algo.

Lisa: Sí, necesito que transfieras más dinero a mi cuenta. Tengo que hacer unas compras.

Sr. Manobal: Bien, le pediré a Megan que lo haga más tarde.

Lisa: Genial. Ahora sí, solo era eso, me voy - comenzaba a levantarse.

Sr. Manobal: No te vayas, Lisa. Todavía necesito decirte algo.

Lisa: Que sea rápido, no tengo todo el día.

Sr. Manobal: Ya tienes un nuevo guardaespaldas.

Lisa: ¿Qué? Te dije que no era necesario. No quiero otro pingüino fregándome la vida.

Sr. Manobal: Lisa, es por tu bien. Sabes que no puedes salir sola, y mucho menos después de lo que pasó.

Lisa: Pues no me interesa. No quiero a nadie metiéndose en mi vida.

Sr. Manobal: Pues eso no lo decides tú. Sabes que te amo y no hago esto para molestarte, simplemente quiero estar seguro de que puedes salir a la calle sin ningún tipo de problema.

Lisa: Pues yo no necesito a ningún guardaespaldas - estaba enojada.

Sr. Manobal: Ya está decidido, Lisa. El lunes comienza su trabajo, y solo espero que esta vez no hagas nada para que renuncie.

Lisa: Eso lo veremos - le dio una última mirada a su padre y se fue, dando un portazo.


Hola, Lisa. Yo bien, gracias. Puedes pasar - dijo una surcoreana cuando abrió la puerta de su apartamento.

Lisa: Deja la ironía, Jisoo, ¿quieres? - entró de golpe.

Jisoo: Vaya, qué genio. ¿Qué pasó ahora? ¿Tu tarjeta de crédito se quedó sin fondo?

Lisa: Tú, como siempre, tan graciosa - se sentó en uno de los muebles.

Jisoo: Si ya me conoces - sonrió. No es que no me guste que vengas, pero ¿qué haces aquí?

Lisa: Peleé con mi papá.

Jisoo: ¿No te quiso dar más dinero?

Lisa: Contigo no se puede hablar - se levantó molesta.

Jisoo: Ya lo sé. No te enfades. Siéntate - la sentó nuevamente y ella lo hizo a su lado.- ¿Qué pasó ahora?

Lisa: Mi lindo padre me consiguió un nuevo guardaespaldas - hizo una mueca de fastidio.

Jisoo: Ah, era eso. Sabes que es por tu bien.

Lisa: Tú también - la miró molesta.

Jisoo: Pero es que es la verdad, Lisa. Necesitas a alguien que esté contigo todo el tiempo, después de lo que pasó.

Lisa: Yo no necesito a nadie que cuide de mí. Estoy harta de la mierda de vida que tengo.

Jisoo: ¿Mierda de vida? ¿Hablas en serio, Lisa? Porque tú no tienes ninguna mierda de vida. Tienes todo lo que quieres, no trabajas, tu padre te mantiene, te pasas de fiesta en fiesta, de tienda en tienda. No sé de qué te quejas. Él lo único que quiere es tu seguridad, no quiere que te pase nada malo - la castaña se quedó callada, no tenía cómo refutar lo dicho por su amiga.

Lisa: Me voy - comenzó a levantarse.

Jisoo: Lisa, no te pongas histérica, sí - la abrazó -. Y no le hagas la vida imposible a ese pobre hombre, solo va a hacer su trabajo.

Lisa: Sí, claro. Salúdame a Rosé.

Jisoo: Lo haré. Vete con cuidado - la rubia asintió, salió del departamento, rumbo al ascensor y se metió en él pensando.

"Ningún maldito guardaespaldas me va a venir a fregar la vida. No sabe lo que le espera".

"Buenas noches, Srta. Manobal" - la saludó la chica de servicio apenas entró a la mansión Kim.

Lisa: Hola, Delilah.

Delilah: ¿Va a comer algo?

Lisa: No, prepárame el jacuzzi.

Delilah: Sí, señorita - se fue, dejándola sola a la rubia. Lisa sacó su teléfono y comenzó a marcar un número.

Lisa: Sehun, ¿crees que puedes venir esta noche? - hablaba de manera sugerente -. Sí, en mi casa, ya sabes, para pasarla bien. Ok, te espero.

Se fue a su cuarto, tomó un baño perfumado. Una hora después, ya estaba lista, esperando a su amante de varias noches.

Delilah: Srta. Lisa, el joven Sehun acaba de llegar - escuchó cómo la mujer le hablaba al otro lado de la puerta.

Lisa: Dile que suba - al minuto, escuchó que tocaban su puerta.

Lisa: Entra, te estaba esperando - le dijo de manera sensual, luciendo un Baby Doll rojo muy sugerente.

Sehun: Lo sé, preciosa - terminó de decir el muchacho y se abalanzó sobre la rubia. No pasó mucho tiempo antes de que ambos estuvieran desnudos en la cama, teniendo sexo duro, como les gustaba. Al fin y al cabo, era solo sexo, no tenían ningún tipo de relación. Minutos después, cayeron rendidos y el chico fue el primero en dormirse, mientras Lisa lo miraba.

"Tu vida es una mierda, Lisa. Tienes todo, eres hermosa, puedes tirarte a cuantos hombres se te pongan al frente, pero a la vez no tienes nada".

Se levantó de la cama, cubrió su cuerpo con la camisa de su amante, se acercó a su cómoda, se sentó en la silla y se miró al espejo.

Lisa: ¿Qué te pasó, Lisa? - se preguntó y cogió una foto que tenía pegada en su espejo -. Todo sería diferente si estuvieras aquí - se le empezaron a salir unas lágrimas mientras miraba la foto de una pelinegra muy bonita, de unos cuarenta años -. Te extraño - se abrazó a la foto.

"Vuelve a la cama" - escuchó cómo su amante le pedía. Se limpió las lágrimas, no permitiría que nadie la viera llorar. Se quitó la camisa y de nuevo se entregó al placer que le ofrecía el hombre que estaba esta noche en su cama...

Yo cuidare de ti (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora