𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑫𝑶𝑺

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"𝚂𝚒𝚎𝚖𝚙𝚛𝚎 𝚎𝚜 𝚌𝚞𝚕𝚙𝚊 𝚍𝚎𝚕 𝚑𝚘𝚌𝚔𝚎𝚢"

"𝚂𝚒𝚎𝚖𝚙𝚛𝚎 𝚎𝚜 𝚌𝚞𝚕𝚙𝚊 𝚍𝚎𝚕 𝚑𝚘𝚌𝚔𝚎𝚢"

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NICOLE MAYBANK

Odio las fiestas de inicio de curso. Las odio porque todo gira en torno al maldito equipo de hockey. Hockey aquí, hockey allí, hockey en el piso de arriba. Hockey, hockey, hockey. ¡Ag! Había más vida a parte del hockey.

La fiesta era porque habían ganado la pasada liga —por tercera vez consecutiva— y como las dos anteriores, merecía ser celebrada como si hubiese sido la primera. Martina, mi mejor amiga y hermana del capitán del equipo, había insistido en ir porque era de las pocas veces en las que el alcohol era gratis. No éramos mucho de ir a fiestas universitarias porque todo era un absoluto caos y la mitad de las veces acababa viniendo la policía. Así que preferíamos ir a un pub en el que pudiéramos sentarnos tranquilamente sin que nadie nos estuviera gritando en el oído.

Tampoco es que saliéramos mucho de fiesta. Martina y yo teníamos un duro entrenamiento casi la semana completa, con unas dietas muy estrictas y cuando no teníamos entrenamiento, nos quedaba el tiempo justo para hacer las cosas que tuviéramos pendientes de la universidad o para dedicarnos tiempo a nosotras mismas. Y era realmente escaso, así que preferíamos hacer cualquier otra cosa antes que irnos por ahí de fiesta y recogernos a las tantas de la noche.

Aunque quisiera irme de fiesta por ahí, pocas veces conseguía que me dejaran salir de casa. Y eso que ya tenía casi diecinueve años. Pero papá tenía una ligera obsesión con que afuera había cosas horribles y que lo mejor era que me quedara en casa, mientras veíamos un documental sobre el surf y escuchábamos a mamá quejarse sobre su última obra de teatro con la tía Kiara desde su despacho.

Sí, en mi casa no había ningún momento de tranquilidad. Cuando no era mamá con sus problemas en la compañía, eran el tío John B y el tío Pope metiéndose con las manías tan raras que papá tenía antes de irse a entrenar y que a mis tíos les parecía una pérdida de tiempo valiosa. En principio, en casa vivíamos mamá, papá y yo, pero casi siempre te encontrabas a mis tíos dando vueltas como si esto fuera un maldito hotel de vacaciones de verano.

—Tu hermano me ha invitado a una copa —anuncié, llegando al lado de mi mejor amiga. Su ceño se frunció ligeramente.

—Pero si son gratis —respondió. Yo me encogí de hombros y las dos no giramos para buscar al hijo mayor de los Hollander—. Típico de Connell —negó con la cabeza y puso los ojos en blanco antes de volver a su copa.

—Al menos ha tenido un bonito detalle —le defendí. Mi mejor amiga se giró con la pajita en la boca, mostrándome su cara de estar muy ofendida.

—Es el paleto de mi hermano, ¿de qué lado se supone que estás? —su tono me hizo sonreír—. ¡Ah! Que sonríes encima. Genial, mi mejor amiga acaba de caer en los encantos de mi hermano mayor.

SALVANDO MR SKI LOUNGEWhere stories live. Discover now