Alzó su mirada y vio los coches avanzando. El autobús que debía tomar se acercó lentamente tras una fila de vehículos de colores monótonos. Su brazo se levantó inconscientemente, dando a entender que tenía planeado subir y debía detenerse en la parada.

El camino de vuelta solía ser tranquilo. Normalmente, podía tomar asiento, así que acomodaba la silla plegable que utilizaba en sus pies y su guitarra junto a él, rodeándola posesivamente con su brazo (pues se trataba de algo muy importante para él) mientras contemplaba el paisaje en movimiento que podía apreciarse a través de la ventana. Su mente divagaba al compás de la música que sonaba en sus auriculares, hecha un completo desastre.

Era una mañana como otra cualquiera. Y Cyno seguía sintiéndose tan solo como de costumbre.

Al llegar a su casa, nadie lo recibió. Esto ya no era nada extraño en su vida. Desafortunadamente, ahora lo extraño era coincidir en casa con algún familiar y tener la oportunidad de establecer una conversación en condiciones con esta persona.

Aunque algo a lo que todavía no se acostumbraba era a la falta de su perrita, su pequeña Sorda. Bueno, Sorda, Enana, Gorda, Rata, o cualquier otro nombre que utilizasen para dirigirse a ella. Como no podía escuchar, ni siquiera les hizo falta usar su verdadero nombre (Frutilla). Simplemente decían lo que querían mientras le daban todo el cariño del mundo.

Tras haber tomado un refresco cualquiera para aplacar su calor, Cyno se dirigió lentamente hacia su habitación. Con su mirada analizó las paredes, las fotos de su familia, de la pequeña Sorda, de amigos. Sus "obras de arte" infantiles, algunos cuadros de su adolescencia, otros más actuales.

Muchos, de una época en la que era mucho más feliz que actualmente.

Honestamente, ahora que se encontraba casi a finales de su segundo año de universidad, se sentía algo (bastante) solo. Toda su vida había cambiado casi al completo desde aquel maldito año: sus amigos se habían distanciado, su propia familia había sufrido una pequeña ruptura, su pequeña Sorda había sido atropellada por un coche y no había sobrevivido... Toda su vida iba en constante descenso. Nada bueno había ocurrido últimamente.

Tal vez, su única felicidad era la pequeña Collei, una compañera de primer año que se había acercado a él a principios de año porque había descubierto que ambos estaban solos durante los descansos. Ninguno tenía a nadie con quién hablar allí dentro, así que decidieron refugiarse en el otro.

Desde entonces, se había acostumbrado a tener un pollito junto a él. Al no tener a nadie más, su compañera acudía en su búsqueda cada vez que necesitaba ayuda para algo, quedaban muy seguido para pasar sus horas libres juntos o simplemente pasaban sus descansos tumbados sobre el césped, uno junto al otro, hablando sobre cualquier trivialidad o filosofando de vez en cuando (porque sí, ambos eran estudiantes de artes y amantes de la filosofía. Y no, curiosamente, ninguno consumía sustancias de procedencia dudosa).

En realidad, esta compañía era bastante agradable. Tal vez suficiente para alegrar sus días.

Alien
CYNOOOOOOOOOOOOOOOOO
QUEDEMOS ESTA NOCHE PARA DISCUTIR ACERCA DE NUESTRA REALIDAD Y NUESTRA EXISTENCIA
Y de paso échame un cable con un trabajo, porfi
Estoy completamente cohibida y no sé qué hacer

Alfombra
Hoy en mi casa a las 19:30
Nada de porros o coca
Solo te dejaré pasar si me traes un batido de frutas

Alien
Marica

Una sonrisa adornó el rostro de Cyno. Collei era como la hermana menor que jamás tuvo.

─Bueno, bueno. Hora de trabajar ─estiró sus brazos hasta que se sintió satisfecho, antes de tomar asiento frente al enorme cuadro, casi finalizado, que tenía guardado en su habitación. Las tonalidades claras del día y la positividad de aquel paisaje contrastaban con sus verdaderos sentimientos.

El verde de mi primavera ♡ CynonariWhere stories live. Discover now