Capítulo 15

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No tenía miedo, solo un poco de nerviosismo. Era la segunda citación por la custodia de Isabella, las pruebas de la infidelidad las tenía, también las fotos que tomó Lucia sin que Helena lo notase, pero que fue de gran ayuda, le sumó el testimonio de la maestra de Jardín de Isa, que sabía que Antonio solo pagó el colegio, pero nunca asistió a una reunión o fue a recogerla al jardín. Helena sabía que la estocada final Antonio no se la esperaba, pero por su hija, Helena vendería el alma al diablo.

Se alisó el vestido negro bastante ejecutivo, miró a su hija que parloteaba de aquí para allá en la habitación con un vestido rojo con enormes círculos negros y como si el destino lo quisiera la pequeña la miró y le sonrió en grande, esa sonrisa la llenó de paz. Esperaba que todo saliera bien para irse el día siguiente a Bogotá, a conocer a Jerónimo y su escritora favorita, Samantha.

Cuando iba en el taxi, Rocio le envió un mensaje comunicándole que tenía las pruebas preparadas y que todo saldría bien, la tranquilizaba, pero necesitaba algo más y el deseo le fue concedido de nuevo. Su celular sonó y la pantalla se iluminó con ese nombre que le aceleraba el corazón.

- Hola, preciosa- le saludo cauteloso, sabía que el humor de ella no sería el mejor, la comprendía pero tampoco podía decirle que ya todo estaba solucionado.

- Hola, cariño- respondió ella y soltó un suspiro audible- estaba deseando mucho que me llamaras.

Él cerro los ojos al escuchar algo tan insignificante pero especial de Helena, lo mataba, lo dejaba fuera de juego.

- Escríbeme y dímelo, lo haré, bueno, no en medio de una cirugía pero te concederé todos los deseos que quieras.

- Me gustaría mucho que estuvieses conmigo, pero no sería conveniente...

- Lo se, cariño, no te preocupes desde aquí te acompaño, estoy contigo y te prometo que todo saldrá bien...

Se llenó de una paz incalculable, se relajó al instante y besó la cabeza de su pequeña que jugaba con un volante imaginario a su lado.

Mientras los progenitores de Isabella presentaban las pruebas de las acusaciones hechas en la primera citación, la pequeña estaba hablando con una psicologa.

La especialista en psicología infantil Sonia Rubio , se lleno de ternura al ver entrar esa cabellera casi rubia con dos dedos en la boca que con dos grandes y hermosos ojos verdes miraba todo con curiosidad, queriendo quizás, tocarlo.

- Hola Isabella- le saludo y se agachó delante de ella- soy Sonia ¿cómo estás?

La pequeña miró a la morena que estaba frente a ella y al ver la bata blanca, solo una cosa se vino a su cabeza.

- ¿Tú también eles doctola como Juan David? - sus ojos brillaban con entusiasmo.
- Si, cielo, pero soy doctora de la cabeza, si te sientes triste, tal vez pueda ayudarte...
- Wow- dijo admirando el lugar especialmente decorado para niños.

Sonia se levantó y le tendió la mano, Isa la miro con desconfianza y fruncio graciosamente el ceño.
- Ven, vamos a jugar, hay muchos juguetes- le dijo y la pequeña en vez de darle la mano corrió por un pony que tenía en la mira desde que llegó.

Se sentó en la alfombra de Fresita que había en el piso y Sonia hizo lo mismo, sin duda el pasatiempo favorito de Isabella era jugar.

- Soy un pony volador, que vence a los ponys malos...- levanto el pony, simulando que volaba y luego, tendiéndole uno a Sonia, le dijo- y tú eres un pony malo, los ponys malos siempre le pegan a los demás.

- ¿Ah si? - preguntó Sonia, ya estaba informada sobre un brote de violencia que había tenido Isabella al presenciar gritos de su padre.

- Si, pero si no quieres ser un pony malo es mejor, los ponys malos son feos y tu eres bonita- le dijo Isabella mientras simulaba que su poni lila volaba.

- ¿Existe gente mala Isabella? - le pregunto a la niña mientras le seguia los movimientos con un pony rosa.

- Si, mucha gente- decía y fruncía el ceño- pero también gente buena, como mi mami, mi tía Lucia, bueno, a veces es mala porque me cambia a Pepa por ver una telenovela- Sonia se rio- !ah y Juan David¡ el novio de mami, es muuuuuy bueno y me da juguetes, yo quelía que me diela dulces, pero es un doctor y me dice que los niños no deben comer tanto dulce porque es malo pala mi salud.
Encantada con la facilidad de palabra de Isabella Sonia tomaba nota mental de que en la lista, Isa no había nombrado a su padre.

- ¿A que personas consideras malas Isa? - le dijo mientras traía mas juguetes.

Isabella torció la boca y bajó la mirada. Luego con un dedo la hizo acercarse a ella y le hablo al oído.

- Te cuento un secreto pero no se lo digas a nadie, ¿vale? - le susurró.

Sonia asintió.

- Mi papi, se volvió malo- le dijo temerosa de que alguien mas las escuchara.

- ¿Si? Pero... - se le acercó al oído y le habló- ¿por qué lo dices?

- No me gusta que mi papi grite a mi mami y el otro día le peló- cacheteó el muñeco- y mi mami lloraba y las mamis no lloran...

La pequeña fruncio el ceño de nuevo y y soltó un suspiro.

- Tengo hambre- dijo Sonia y sacó una galleta oreo - ¿Quieres Isa?

Isabella asintió y juntas la degustaron.

La oficina de la juez parecía una ring de boxeo, cada quien tiraba ganchos y puños, pero solo un contrincante los acertaba.

- Señor, por favor tome asiento- ordenaba la jueza a un alterado Antonio que enloqueció al ver a una de sus ex amantes.

- Es una vil mentira, no conozco a esta mujer, ni la he visto...

- Señor tome asiento o lo sancionaré

Helena sonrió disimuladamente de medio lado y le tendió un sobre de manila a la juez. Carmen recibió el sobre y lo abrió quiso sonreír al ver lo que contenía pero debía mantener la compostura.

- Señor Lopez, usted afirma no conocer a la testigo, entonces ¿Quién es el hombre de la foto?

La jueza le mostraba una fotografía de Antonio en una café, besándose con su amante, luego una saliendo de un hotel, en fin...

La palidez y como la manzana de el subió y bajo al tragar salina fue la prueba del nerviosismo que se apoderó de su cuerpo, solo pudo ponerse de pié e irse al baño.

De regreso no dijo nada, solo le hizo un gesto a su abogado, éste acató la orden y presentaron ante la juez un examen psicológico de Helena, que le fue realizado después de un suceso doloroso.

Helena al ver el logo de la clínica cerró los ojos, se vengaría de Antonio, esa si se la cobraría.

Carmen Ospina miró lo que Antonio le entregaba y fruncio el ceño, de eso no le hablo el Doctor Juan David. Lo revisó y curado silencio.

- ¿Qué puede usted decirme de esto, Señor Lopez?

- Es la prueba de la depresión en la que vive hace dos años Helena, es casi una enferma mental desde la muerte de Eliezer, su mellizo.

Y entonces ella sintió el mundo desmoronársele.

Todo Por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora