Jules es una abeja reina de las buenas, se enamora del freak y él es demasiado hermético como para asumir que se ha enamorado de una princesa de secundaria amante del drama
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Narra Eddie:
Llegamos hasta mi furgón, ella se sentó a mi lado, la miré de reojo.
— ¿Todo bien?— pregunté, ella asintió. Acaricié su muslo, ella me miró—¿Está bien si lo hago?
— Está todo bien, todo muy bien—ella soltó un poco graciosa, sabía lo feliz que estaba. Conduje hasta las afueras de Hawkins, había muchos árboles. Sabía que la llevaba al lago de los enamorados, eso sí que era un avance para los dos, sobre todo para mí. Era más que común que las parejas vayan a ese lugar, y yo me sentía extraño, pero a la vez no me desagradaba en absoluto pasar tiempo con ella, Jules sabía perfectamente que la llevaba ahí, y sabía también que no iba sólo para darle abrazos, quería besarla, ese día como nunca, quería besarla.
Me estacioné frente al muelle , Yo me bajé primero, le abrí su puerta y se bajó. Caminé hasta la puerta trasera, la abrí, porque eran dos y saqué una manta, la estiré dentro del mismo furgón, la noche estaba helada, y estrellada a la misma vez, lo cual hacía aquello más encantador. Sabía que Jules estaba contenta, sonreía genuinamente.
Usaba ese hoodie rojo que le hacía ver adorable, shorts también y zapatillas. La miraba a lo lejos, y me acerqué a ella, la luna iluminaba la superficie del lago, ella parecía esperarme más allá así que apuré mis pasos, me paré frente a ella y le sonreí.
— Me gusta el espacio que tienes entre tus dientes — La abracé por la cintura.
— Todos los días me lo dices— ella sonrió.
— ¿Segura no se te hará muy tarde?— pregunté.
— A ellos no les preocupa mucho si estoy o no en casa— resopló— Además estoy contigo.
— ¿Por qué confías tanto en mí?— le pregunté divertido.
— Porque eres claro conmigo, no eres como esos chicos que prometen amor. No soy tu tipo de chica y me lo has dejado claro, soy yo quien se llena de ilusiones— hablaba divertida, pero eso me generaba mucha tristeza. No quería verla llorar— Cualquier lágrima que pueda derramar, es sólo por mi culpa y lo asumo con total responsabilidad.
— ¿Eres siempre así de dramática?— pregunté divertido— ¿Por qué das por anticipado que vas a llorar?
— La verdad es que me gustan las lágrimas en los ojos por otro tipo de cosas— soltó sin más, era deslenguada. Jules era probablemente la chica más deslenguada de la tierra, y lo irónico estaba en que era probablemente la chica más pura que pisaba la escuela de Hawkins, pero hablaba como si llevara años de experiencia, lo cual me parecía alucinador, y no por imaginármela como una experta en la cama, sino por lo tierno de la situación. Adoraba que hablara en todos los idiomas existentes, Jules podría iniciar una conversación con cualquier persona, desde un niño de cuatro años, a una anciana de 90. A veces parecía sólo hacer monólogos, y yo podría sentarme a escuchar todos sus disparates, que siempre apuntaban a algo.
