Jules es una abeja reina de las buenas, se enamora del freak y él es demasiado hermético como para asumir que se ha enamorado de una princesa de secundaria amante del drama
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Narra Jules:
— ¿Por qué no admites que te has puesto celosa?— Estábamos en la salida de la escuela, Alice y Kurt se habían ido a otro lugar, yo me quedé con Eddie.
— ¿Celosa de la nueva?— pregunté, haciéndome la ofendida— Si te gusta te puedes ir con ella— le resté importancia a lo mucho que me gustaba y a cómo mi corazón palpitaba cuando estaba cerca mío.
— Estás celosa y no lo asumes— pellizcó mi cintura.
— No te creas tan especial— Eddie sí que era especial.
— ¿Por qué no te vienes conmigo?— Eddie me preguntó, con sus ojos coquetos, como nunca.
— ¿Dónde debo ir contigo?— le pregunté graciosa, me aferré a su brazo.
— ¿Vamos por donas?— Mis ojos brillaron como si fuera una niña de cinco años, Eddie me estaba invitando por donas, por estúpido que aquello fuera, para mí significaba mucho. Viniendo de Eddie, lo más mínimo, significaba todo.
— ¡Sí!— solté emocionada, comencé a saltar y él me miraba con una sonrisa.
— Estás loca — negaba con su cabeza, riendo. Me puse frente a él y lo abracé, era mucho más baja que él, puso su mentón en mi cabeza y me abrazó también, yo sonreí al verme contra su pecho.
— ¿Por qué eres tan lindo?— pregunté, casi en silencio, usaba un hoodie rojo, me lo había regalado Augustine White para mi cumpleaños, habíamos sido mejores amigas durante un buen tiempo, hasta que ella se fue de la ciudad. El viento desordenaba mi melena.
—Tú haces que luzca bonito, eres muchísimo más mona que yo— Me miró con una sonrisa, yo le estiré mis labios y cerré mis ojos. Escuché una risita de su parte, no esperaba un beso de vuelta, estaba acostumbrada a esa dinámica, pero ese día me sorprendió. Eddie me besó, y no se sintió como cualquier beso, se sintió como un beso real, él tomó mi cuello, me besó como en las películas, mi corazón latía, yo lo abracé aún más y él profundizó lo que estaba haciendo.
— ¿Qué ha sido eso?— le pregunté con una sonrisa, despegándome de él. Eddie tomó mis mejillas con sus pulgares.
— Ha sido un beso ¿Acaso nunca te han dado uno?— preguntó sarcástico.
— Fue un beso real— Solté— Me has dado un beso real.
— Todos los besos son muy reales— Eddie susurró en mi boca— ¿Quieres otra prueba de que fue real?— Yo asentí y volvió a estampar sus labios con los míos.
...
Estábamos sentados frente a frente, Eddie comía donas de chocolate y yo de frutilla, él bebía café y yo té, él me miraba y yo lo miraba a él.
— Me gusta como va nuestra primera cita— solté divertida.
— Adoro cómo es que fantaseas— Eddie se reía de mí y yo también de paso.
