𝑷𝑹𝑶𝑳𝑶𝑮𝑶

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No dije nada, en cuanto vi que el chico sonreía y se acercaba a mí eché andar para salir de allí, no iba a cambiarme si quiera. No quería verlo más. ¿Por qué tenía que hacer cosas tan vergonzosas por culpa de mi cabezonería?

—¡De nada! —exclamó a mis espaldas con ironía. Me giré para mirarlo. Allí estaba, apoyado en el marco de la puerta y con los brazos cruzados sobre el pecho, con una postura que indicaba que él había ganado en esta absurda conversación—. ¡Soy Connell, por cierto!

Connell. Connell.... ¿Cómo coño era su apellido y por qué me sonaba tanto su nombre? Uno de los chicos de hockey se chocó conmigo, sacándome de la ensoñación en la que estaba conmigo. Murmuré una disculpa y seguí mi camino hasta las puertas de la entrada. Empujé con demasiada fuerza, deseando salir de allí y meterme en la cama para dejar atrás este vergonzoso encontronazo que me acompañará el resto del curso.

Papá ya estaba fuera cuando yo salí. Me dedicó una sonrisa y levantó mi casco para que lo cogiera. Mientras papá le quitaba el patacabras a la moto, no podía parar de mirar hacia la puerta a la vez que me ajustaba mi casco. No quería que me siguiera y estuviera repitiéndome que por ahí no eran los vestuarios de chica. Papá frunció el ceño y me dio un leve empujón, haciendo que trastabillara. Lo miré mal.

—¿Qué te pasa? —preguntó.

—Nada, ¿por? —me subí en la moto y él se giró para buscar mi mirada. No la encontró porque eché la visera hacia abajo.

—No sé, estás rara y eso suele ser dos cosas: Una, mamá y tú planeáis algo contra mí. Dos, mamá y tú estáis enfadadas —enumera papá, sacándome una sonrisa.

—No estamos planeando nada contra ti, ni mamá ni yo estamos enfadadas —me quito el casco y suelto un suspiro—. Es solo que he tenido un encontronazo vergonzoso con un chico y quiero irme a casa para desaparecer —papá sonríe—. ¿Qué te hace tanta gracia?

—Sabes una cosa —negué—. Mamá y yo nos conocimos de esa misma forma.

—¿Metiéndoos en los vestuarios equivocados? —papá abre los ojos sorprendido.

—¿Te has metido en el baño de los chicos? —se aguanta la risa, pero no con mucho éxito.

—¡Papá!

—Vale, vale —se queda unos minutos en silencio, pero vuelve a intentar contener la carcajada sin mucho éxito—. ¿Te ha limpiado mamá las gafas? —le di un pequeño golpe en el hombro.

—Papá, estoy odiando esta conversación.

—Lo que te quería decir es que mamá y yo también nos conocimos por culpa de un momento vergonzoso.

—¿Qué me quieres decir con eso?

—No pienso alimentarte tus expectativas románticas, para eso está tu madre con sus obras de teatro —los dos sonreímos—. Lo que quiero decir, que no tiene porque ser algo malo tener un momento vergonzoso con alguien. Muchas veces es el comienzo de algo bueno.

—No pienso volver a cruzarme con él. Estoy segurísima que ahora mismo está sentado con sus amigos en el vestuario contándoles lo que ha pasado por mi estúpida cabezonería y, cuando vuelva mañana, todos y cada uno de los jugadores que componen el equipo de hockey sabrán que soy la chica a la que le gusta meterse en los baños de hombres. Todos me tomaran por algo que no soy y será el final de mi reputación académica y deportiva. No me aceptarán en ninguna carrera y tampoco ninguna entrenadora de patinaje querrá saber de mí en los próximos veinte años. Yo quedaré en el olvido mientras él sigue su camino de éxito sin acordarse de que me ha jodido a mí la carrera —tengo que coger un poco de aire después de soltar todo eso. Papá me mira entre la curiosidad y el miedo—. ¿Qué?

SALVANDO MR SKI LOUNGEWhere stories live. Discover now