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31 de octubre, 1993 ━━━━━━━━━━━━━━━
CHAPTER TWELVE
"Wish you knew that I miss you toomuch to be madanymore."
— ¿Sabe qué puedo echarla, ¿no? —La voz del viejo director la hizo sonreír.
— Otra promesa que no será capaz de cumplir, Albus. —Augustine abandonó su vista a los cuadros que adornaban la oficina, y clavó sus ojos en el hechicero. — Le conviene tenerme aquí dentro. Será más fácil atrapar al asesino de muggles, ¿no?
— Esta cacería que está realizando... No le devolverá la vida a su hermana. Está asesinando gente, personas que han abandonado sus ideales y que decidieron ser mejores personas.
— Si quiere que me detenga entonces llame a la policía, y que me arresten. —Sus brazos se cruzaron sobre su pecho. — No me importa si esos hombres despertaron un día sintiéndose mejores personas. Fueron complices de un maldito genocidio. Pero, al parecer, a la única que le interesa es a mi.
Dumbledore soltó una pequeña risita. — Todos esos años... luchando para no convertirte en tu padre, y mira ahora jugando a ser un Dios.
— Váyase a la mierda. —La Slytherin masculló antes de darle la espalda dispuesta a abandonar aquel lugar, sin embargo, la voz del director la hizo detenerse en seco.
— Pedí que te quiten la tenencia de Harry. —El pecho de la mujer se oprimió. — Hablé con el Ministro y les dije que no te sentía capacitada mentalmente para cuidar de él. —Augustine volteó con los ojos oscuros. — Harry vivirá con tu hermana, Petunia, por su bien.
Sus manos se posaron en su varita apretándola con enojo. — No pueden sacarme a Harry.
— La seguridad de mis estudiantes es lo único que me importa, señorita Evans. No considero que él esté seguro con usted y, luego de explicarle al Ministro, él estuvo de acuerdo conmigo.
La mujer apretó tanto sus manos que las luces a sus costados estallaron simultáneamente. — ¡Todos estos malditos años...! Lo odio, lo odio con lo más profundo de mi corazón. Nos arruinó la vida, nos arruinó la vida a todos. Éramos unos niños... maldito cobarde.
— Los soldados mueren en las guerras, Augustine. No es nada nuevo.
— ¡No éramos soldados! ¡Nos vió crecer, le confiamos nuestra vida...! Todos estos años nos estuvo criando como cerdos para el matadero. Mi hermana está muerta porque confió en usted.
— Tu padre asesinó a Lily, no yo. No te confundas, Augustine. Y ahora... estás siguiendo sus pasos.
— El apellido no interesa hasta que algo sale mal. —Augustine habló con ironía.
