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13 de noviembre, 1977 ━━━━━━━━━━━━━━━ CHAPTER TWENTY TWO
"And when I felt like I was an old cardigan under someone's bed..., you put me on and said I was your favorite"
La carta que había sido entregada por Dumbledore paraba en las manos de August, siendo víctima de un fuerte estrujón que terminó estropeando gran parte del pergamino. La letra de su hermana mayor se apreciaba impecable, y la muchacha no podía concebir cómo fue capaz de escribir algo así con tanta perfección.
Aquel 13 de noviembre la Slytherin había recibido la peor noticia que una joven de su edad podría absorber.
Sus padres habían muerto.
Un malestar insoportable se enfatiza en su pecho, y por un momento, ella misma deseó haber muerto.
La relación que había cultivado con sus padres adoptivos no había sido la mejor, sin embargo, los amaba. Y el dolor que se manifestaba en ese cuerpo de un metro sesenta también acarreaba el enojo de saber que las cosas no iban a poder mejorar nunca.
Sus padres no estaban más, por lo tanto, toda esperanza de mejorar aquella relación se había esfumado frente a sus ojos.
La voz de su novio se podía percibir en la lejanía, sin embargo, los pensamientos de August solo viajaban al último recuerdo que tenía con su madre. Una simple postal que había enviado por su cumpleaños, en la cual le prometía que volverían a verse en navidad, sin excusas.
En esos momentos recordó lo que su padre siempre decía: "Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes." El que esté arriba, debe de estar reventando a carcajadas.
— Minerva nos permitió acompañarte al funeral. — Sirius tocó su brazo, arrancándole de su mente. — Si lo deseas.
— No me interesa. No tengo pensado ir. —August susurró doblando la carta a la mitad. — Debo estudiar para mis exámenes.
— Augustine. . . No hagas esto. — Lily Evans la miró con desconcierto. — No te comportes de esta forma.
— ¿Qué? No puedo descuidar mis estudios. Papá se pondrá furioso si repruebo. — Habló con total normalidad sin percatarse de las palabras que habían salido de su boca.
El enojo que experimentaba hacia sus padres era tan fuerte que no pudo evitar apretar sus puños. — ¿Quién demonios muere en un accidente de autos? ¡Dios! ¿Es que acaso nuestro padre es un imbécil?
— Augustine. —La voz de la pelirroja salió con autoridad.
— Agradezco no tener el mismo ADN que ellos, sinceramente. —Fue lo último que dijo antes de que la mano de su hermana se estampara contra su mejilla.
