Capítulo 20

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Melanie

Es alucinante. La isla es preciosa desde las nubes y a medida que el avión va descendiendo a la pista de aterrizaje todavía es mucho más hermosa, aguas tan azules, otras verduzcas, sin embargo, hacen un contraste perfecto.

Metros y metros de arenas, playas.

—¿Cómo sabías? —volteo a preguntarle.

—¿Saber el qué?

Entrecierro los ojos con sospechas por si se está haciendo el tonto, cosa que le sería fácil y a mí difícil descubrir, tiende a ser un enigma.

—¿De verdad no lo sabes?

Pone una de sus tantas caras de desconcierto, cuando quiere puede ser muy expresivo mediante gestos.

—Obviamente no. Dejemos algo claro, que te haya..." investigado" por años —Cameron dibuja comillas en el aire y yo le doy mi expresión de incredulidad —, no significa que sepa tus sueños o lo que deseas.

El avión sigue su curso, planeando el aterrizaje que nos obliga a abrochar cinturones.

—Haré de cuenta que te creo —reviro.

—Qué poca fe me tienes, Mel —se queja como si le afectara de verdad.

—Como sea —emocionada no despego la vista de la ventanilla —. Mi abuela por parte de padre es oriunda de este país, la recuerdo bien todavía, era tan cariñosa conmigo como con todos sus nietos.

Cameron ensancha los labios con aquella suspicacia que le caracteriza, viviendo lo que yo vivo, lo noto tan emocionado como yo, como si lo que yo siento es tan importante para él que a través de un lazo especial se une.

—¿Eso significa que tú español es bueno?

Le pongo mi expresión de pillada e indecisa, es que casi no lo hablo, al menos sabía defenderme, puedo intentarlo.

—No lo sé, tendría que intentarlo —enderezo la espalda, es muy competitivo y no quiero perder ante él. Carraspeo una vez más, vamos, Melanie Walker, tú puedes —. ¿Co...cómo tú moverte tan seguro aquí?

Estalla a carcajadas burlándose de no sé qué dije, los esquineros de sus ojos se manchan de lágrimas por la risa, su piel clara se torna roja y tiene que sostenerse el estómago de la risa.

Crispo los labios, alzo las cejas, furiosa.

—¡Y te atreves a reírte de mí! —exclamo muerta de pena en realidad —. ¿Qué fue lo que dije mal?

Va regularizando la emoción antes de que sin casi aire pronuncie dos palabras que se enroscan y tenga que beber agua.

—Co...cómo tú moverte tan seguro aquí —me imita y a mí la rabia me sale por los polos.

—¡Yo no hablo así! —rugo.

Ojalá se caiga de culo en las escaleras para yo reírme también de él.

—Claro, por supuesto que no —deja de reírse —, nada más que pareces a unas de estas películas que hacen unas pésimas voces para fingir que son dominico americano, nada más de ahí, a ver, repite tu pregunta o...

Calla cuando le tiro el vaso de agua en la cara y solo se ríe más, lo voy ahorcar.

—¡Deja de burlarte de mí! Ya quiero verte a ti haciéndolo.

Es un estúpido, pondré una cáscara de banana bajo la suela de su zapato, claro que sí.

—Se dice de esta manera, como sabes o cómo tú sabes moverte o manejarte en este país o lugar. —se relaja en el asiento con aquella cara de negocio en la cual demuestra su supremacía —. Conjugaste mal los verbos, además, es r, no l.

Casada a mi corta edad © [Danielson 1]Where stories live. Discover now