Capítulo 16

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~5 DE MAYO~


🔱 MAISIE 🔱

-¿No piensas hablarle más nunca? – Me encogí de hombros mientras que seguía observando la calle desde la ventana de su habitación. –Se va a cansar un día, Mai...

-Será lo mejor.

-¿Estás segura de ello? –Fruncí el ceño.

¿Qué sí estaba segura de que lo mejor era que Liam dejara de intentar hablar conmigo?

No, desde luego. Pero tampoco quería involucrarlo en mis mierdas y estábamos mejor así, cada uno por su camino.

-Sí, Cora, y no insistas más.

-Bueno, vale. No te enfades conmigo... –Suspiré antes de girarme hacia ella. – Te gusta, ¿verdad?

-Pero bueno. ¿Qué es lo que acabo de decirte?

-¡Lo sé! Pero creo que te gusta y por eso te preocupa tanto que se involucre en tu vida.

-No...

-Sí, no me mientas, Mai. De ser lo contrario, no te hubieses molestado en coger una semana libre sabiendo lo mucho que necesitas el dinero.

-No quería que me vieran así...

-¿Quién? ¿Los clientes de tu trabajo o él? –Volví a suspirar girándome nuevamente hacia la ventana.

Aquella noche en el baño, la primera y última vez que había hablado con Liam por teléfono, me había costado lo mío.

La tía Helen se había despertado de malhumor, y encima se había dado cuenta de que estaba encerrada en el baño.

Para que fue aquello...

-No puedes seguir viviendo así, Mai... No es justo para ti ni para tu hermana.

-¿Y qué quieres que haga, Cora? No tengo otro sitio en el que vivir. Además, sabes perfectamente que tampoco puedo llevarme a Gabriella así como así. Helen podría denunciarme por secuestro.

-Es una bruja... –Murmuró poniéndose a mi lado para pasar su brazo por mis hombros. –Y no me gusta nada verte así...

-Esto no es nada, Cora. Y el miedo que tengo no es por mí, sino por Gabi y Millie. Me da igual salir pagando siempre con los platos sucios mientras que a ellas las deje en paz.

-Quizás si se lo dices a Li...

-¡No! ¿Estás loca? –Me separé de inmediato de ella. –¿Cómo crees que voy a decirle tal cosa? ¿Para qué? ¿Para darle más pena? Paso, gracias.

-A eso se le llama orgullo...

-Pues seré una orgullosa, pero él nunca se enterará de nada de esto. – Sentencié mirando el reloj que había sobre su escritorio. –Y ahora será mejor que me marche ya. Tengo que ir a preparar la cena.

-Mai... –La oí llamarme desde la distancia, pero ya era demasiado tarde para que se disculpara.

Ambas sabíamos que ella tenía razón, pero por muchas hipótesis que se le ocurrieran, ninguna pasaría. ¿O que creía? ¿Qué yo no las había pensado ya?

Colocándome mejor la capucha de la sudadera, caminé por la acera que llevaba a casa.

Odiaba mi vida.

Odiaba ser pobre.

Odiaba no poder mandar sobre mí misma o sobre la custodia de mi hermana.

Odiaba tener que esconderme del resto del mundo a causa de un ser despreciable.

Pero sobre todo, odiaba no poder comportarme como una chica normal y corriente.

En cuanto puse un pie en el primer escalón del porche, supe que algo malo pasaba.

El llanto de Millie resonaba por toda la estancia mientras que los gritos de mi hermana la acompañaban.

-¡¿Gabi?! –Corrí escaleras arriba en su búsqueda.

Juraba que como esa desquiciada le estuviera haciendo algo iba a pasar una desgracia.

-¡Suéltame!

-¡Gabriella! –La llamé en cuanto las encontré en la habitación de Millie forzajeando. –¡Sueltala ahora mismo!

-¡Tú no te metas! –Me gritó de vuelta ella más fuera de sí que nunca. –¡Esta mocosa desagradecida estaba robándome!

-¿Qué? –Miré a mi hermana en busca de una explicación.

-¡Es mentira! ¡Yo solo estaba buscando el collar de mamá!

-¡Tú no tienes nada de tu madre, mocosa! –Miré mal a Helen antes de darme cuenta de cómo se le había puesto de rojo el brazo de mi hermana.

-Joder... ¡Te dije que nunca la tocases!

-¿O qué? ¡Te recuerdo que esta es mi casa! Y qué aquí mando yo. –Rió como la bruja malvada de un cuento. – ¡Merece recibir un castigo por intentar robarme!

-Gabi tiene derecho a coger el collar de nuestra madre.

-¿Derecho? ¡No me hagas reír, niña! Ambas perdisteis ese derecho cuando murió. Es más, aún no sé porque os acogí en mi casa. ¡Tendríais que haber estado vosotras también en aquel coche!

Sin haber podido controlar la rabia que me había subido por el cuerpo, di un paso hacia delante empujándola con todas mis ganas.

-¡Púdrete en el infierno!

Agarré la mano de mi hermana queriendo salir corriendo de allí lo antes posible.

Me daban igual mis objetos personales, que tampoco es que fueran muchos, lo único importante en aquellos momentos era salir de allí a toda prisa antes de que ella reaccionara, pero no hubo manera de conseguir el objetivo.

-¡Maisie!

Corazones SolitariosWhere stories live. Discover now