Capítulo 18

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🔱 MAISIE 🔱

Volví en sí notando la boca más seca que nunca.

¿Qué había pasado?

-Eh...

Lentamente, abrí los ojos notando demasiada claridad en la habitación.

¿Cuando había entrado en una habitación? Lo último que recordaba era estar en...

-Oye, tranquila...

-Liam...

-Hola. –Me sonrió apretándome la mano que tenía sobre el colchón. – ¿Cómo te encuentras?

-¿Dónde está Gabi?

-Tranquila, está bien. –Sonrió. –Está con mi hermano en mi casa, no te preocupes por ella.

-Dios... –Un llanto repentino salió de mi garganta sin poder controlarlo.

Sus palabras habían sido un gran alivio para mi alma. Saber que mi hermana estaba lejos de Helen era lo mejor que había podido oír en el mundo.

-Shh... Shh... –Sus brazos me acogieron intentando calmarme mientras que yo seguía llorando. –Llora todo lo que quieras, Mai. Tienes derecho a ello...

-F-fue...

-Lo sé. Gabi me lo contó todo. –Cerré los ojos sintiendo más lágrimas caer por mis mejillas mientras que su mano no dejaba de acariciarme el pelo.

No sabía si lloraba ya de alegría o de dolor. 

Por un lado, estaba bien que supiera todo porque así no tenía que relatarle en voz alta el espantoso suceso vivido, pero por otro lado, sentía vergüenza de que lo supiera.

¿Qué iba a pensar de mí ahora? Yo, que iba con carácter fuerte a todos lados y después me dejaba pisotear por la bruja del cuento.

-Fue horroroso...

-Me lo imagino, Mai... No, prefiero no imaginarmelo. Me pone malo solo de pensar en que esa mujer te pone una mano encima... –Mi cuerpo tembló de inmediato. –El doctor dijo que había sido una suerte que no te hayas roto ningún hueso ni costilla. Las tienes inflamadas, sí, pero no rotas.

-La odio... Siempre la he odiado...

-Tenías que habérmelo dicho antes, Mai. Podía haberos sacado de allí y sabías que estaba dispuesto a ayudarte.

-No es lo mismo, Liam. Una cosa es la bobería con Víctor y otra es esta. Tener una tía abusiva es mucho más serio.

-Presentaremos pruebas en su contra ante un juez. Le pondremos una orden de alejamiento y ganarás la custodia de Gabi. –Me separé de inmediato de sus brazos para poder mirarlo a la cara.

-¿Q-qué dices?

-Me convierto en tu abogado a partir de ahora. Y me da igual que rechistes sobre ello. –Dijo en cuanto vio que iba a abrir la boca. –Y te aseguro desde ya que vamos a ganar.

-¿Y Millie?

-Poco a poco. –Fue lo único que respondió sonriéndome cariñosamente.  –Bueno, voy a preguntarle al doctor si puedes salir de aquí para irnos. ¿Qué te parece?

-Quiero ver a Gabi...

🔱🔱🔱

-¿Vives aquí?

-Sí. ¿No te gusta? –Me encogí de hombros.

Tanto como para no gustarme tampoco, pero...

-Creí que vivirías en una casa más grande...

-Oh, no. Eso se lo dejo a mi hermano. –Sonrió antes de bajarse del coche para rodearlo y venir a ayudarme a mí. –Que por cierto, vas a conocerlo ahora.

-Que vergüenza...

-Deberías, sí. Apareciste en su empresa a grito pelado... –Sabía que estaba bromeando, pero en el fondo tenía razón.

Había aparecido en esa empresa como una auténtica loca.

No tenía como llamar a Liam, pero sí que tenía la dirección de la empresa en las tarjetas que me había dado, y gracias a ellas lo había encontrado.

-¡Maisie! –Gabriella llegó corriendo hasta mí en cuanto entramos en la casa haciéndome retroceder de dolor, pero no me aparté de ella. –¡Me asusté mucho!

-Ya pasó, pequeña. Estoy bien... – Volvió a abrazarme fuertemente.

-Cuidado, princesa. Puedes lastimarla...

-¡Lo siento! –Gritó alejándose de inmediato. –¡El hermano de Liam me cuidó toda la tarde!

-Que bien... –Murmuré llevándome la mano al costado dolorida.

-¿Quieres sentarte? –Negué con la cabeza antes de mirar al hombre en cuestión.

Vaya, no podían decir que no eran hermanos. Ambos se parecían mucho, sí, pero bajo mi punto de vista, Liam era más guapo... 

-Soy Dominique, encantado.

-Maisie...

-Lo sé, esta encantadora señorita de aquí no ha dejado de hablar de ti. – Gabi rió dándose por aludida antes de que me guiaran hasta la que sería mi habitación para bañarme.

-¿Quieres que me quede? –Alcé las cejas ante su risa burlona. –Claro que no voy a quedarme, pero avísame cuando termines para ayudarte con el vendaje, ¿vale?

-Vale...

-Muy bien. –Dejó unas toallas limpias y ropa sobre la taza del váter antes de dejarme sola.

¿Y ahora qué? ¿Dónde viviríamos Gabriella y yo a partir de ahora? ¿Aquí?

No, no, era imposible que vivieramos aquí... No debíamos...

Suspirando, me quité la camiseta frente al espejo descubriendo las vendas que tenía en el torso.

Me dolían una barbaridad cuando se suponía que los medicamentos que me habían recetado en el hospital debían de aliviarmelo. 

Eso sí, iban a quedarme unos moretones de mil demonios, pero mejor eso a seguir viviendo en aquella miserable casa.

Corazones SolitariosWhere stories live. Discover now