Capítulo 8

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🔱 MAISIE 🔱

-Recuerda que no puedes correr por ahí, ¿vale? Espérame aquí hasta que pueda acercarme.

-¡Vale! –Gabi me sonrió con su carita tan inocente mientras que yo seguía con mi trabajo.

Mi jefe no estaba nunca muy por la labor de que mi hermana pequeña se quedara a esperar a que mi turno acabara, pero no tenía con quién se quedara cuando salía del colegio.

-Maisie, ya hemos hablado de...

-Lo sé, y lo siento, pero no puede regresar sola a casa. Prometo que no va a molestar, Bob.

-Promesas, promesas, promesas... –Lo oí murmurar mientras que regresaba a la cocina haciéndome suspirar.

Por mi parte, le di una corta mirada a mi hermana antes de ir a atender a las otras mesas.

Tanto la cafetería como el colegio no estaban cerca de casa, y mucho hacia ya dejando que una niña de siete años llegara hasta aquí sola, aunque el colegio solo estuviera a una calle del local.

Estuve atendiendo mesas la mayor parte de la tarde, incluso Gabi se quejó de algún problema matemático que no sabía hacer y que no pude pararme a su lado para ayudarla.

-Maisie, tengo que atender esta llamada. ¿Terminas de hacer estos bocadillos por mí? –Asentí acatando las órdenes de mi jefe mientras que intercambiabamos puestos.

Mucha gracia no me hacía, había que decirlo, desde el interior de la cocina no podía mirar lo que hacía Gabriella y eso me preocupaba un poco.

Terminé los bocadillos que habían en la comanda antes de volver al comedor para llevarlos. Mi sorpresa fue encontrarme con que mi hermanita no estaba sentada sola en la mesa.

-Veinti... ¿tres?

-Eso es.

-¡Bien! –Me crucé de brazos mirando ceñuda al individuo después de haber entregado la comanda. –¿Me ayudas con este también?

-Por supuesto, princesa. –¿Princesa? Ni que la conociera de toda la vida...

-¿Se puede saber qué haces aquí?

-¡Mai! ¡Hice un nuevo amigo!

-Este señor no es tu amigo, Gabi.

-¿Señor? –Repitió él alzando las cejas. –Pensé que ya habíamos limado asperezas.

Entrecerré los ojos en su dirección aún desconfiada.

Sí creía que por llevarme a casa ya éramos mejores amigos, que mal me conocía.

-Pero bueno. ¿Me sirves un café solo? Y... ¿Tú qué quieres princesa?

-¿Puedo pedir algo? –Preguntó emocionada antes de mirarme a mí. –¿Puedo?

-Por supuesto que sí. Yo invito. –El muy descarado me guiñó un ojo sin borrar la sonrisa que tenía impregnada en la cara.

-¿Hay algún problema? –Preguntó de pronto la voz de Bob llegando a mi lado.

-Ninguno. Solo le estaba pidiendo algo de beber a su camarera. Tiene una cafetería muy agradable, por cierto. –Bob le sonrió orgulloso mientras que yo me iba a preparar las bebidas a regañadientes.

¿Pero cómo se había enterado de que trabajaba aquí? ¿O había sido pura coincidencia? No, no, seguro que coincidencia no era... ¿Pero como?

Llené una taza de cristal pequeña de café antes de exprimirle a mi hermana un zumo de naranja. Con la interrupción de Bob no le había dado tiempo a decirme lo que quería, pero el zumo de naranja era su bebida favorita.

-¡Gracias! –Respondió Gabi dándole un buen sorbo a su bebida haciéndome sonreír.

-Vaya, ¿tenías sed?

-¡Me encanta el zumo de naranja! – Respondió toda sonrisas feliz.

-¿Qué estás haciendo aquí, Liam?

-¿En la cafetería? Pues creo que es obvio...

-Sabes qué no me refiero a eso, así que no me tomes por tonta.

-¡¿Ya conocías a mi hermana?!

-Te lo había dicho, princesa. Tu hermana y yo somos amigos.

-Eso no es verdad. –Lo contradecí con el ceño fruncido mientras me cruzaba de brazos. –Y te recuerdo que fuiste tú el que me dijo que podía denunciar por acoso.

-¿Ah? –Alzó las cejas mientras que mi hermana fruncía el ceño con cara de no entender que pasaba. –Esas son palabras mayores para dirigirlas hacia mí. 

-¿Tú crees?

-¿Por qué le hablas así a mi nuevo amigo? –Preguntó de pronto Gabi cruzada de brazos. –¡Liam me ayudó con los deberes mientras que tú trabajabas!

-Eso, Maisie. ¿Por qué me hablas así? –Como me gustaría borrarle esa sonrisa perfecta de la cara.

-Además, ¡me quiero ir a casa ya!

-Maisie. –Me llamó Bob echándome una mirada severa.

-No hables tan alto, Gabi. Sabes que mi turno termina dentro de un rato. En cuanto Stefy llegue ya podemos irnos. Y no, –Miré al hombre seriamente. –No quiero que nos lleves.

-¿Lees mentes ahora? –Lo fulminé con la mirada antes de seguir con mi trabajo.

Corazones SolitariosWhere stories live. Discover now