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Charity:

Esa misma noche también sueño con Max y lo que hubiera sido si no parara, despierto agitada y me quedo observado el techo de la habitación mientras descifro cual de ambas experiencias fue real y cual fue un sueño.

El corazón me late rápido y con esa emoción a punto de explotar mi pecho, bajo mis manos que se encuentran sobre mi vientre y las deslizo hasta mis muslos, siguiendo el camino que Max dejo pendiente anoche .

Mis labios se aprietan y me arqueo cuanto más voy subiendo, mis piernas se abren y...

—¡Lady Charity!

Quito las manos del lugar y las saco arriba de las sabanas, vuelven a llamar.

—Lamentamos interrumpir si sigue dormida. —Se disculpan. —Traemos los útiles de limpieza.

—No...—Trago saliva. —Estoy despierta, adelante.

Tres criadas ingresan y mientras la mayor abre mis cortinas, las otras dos cargan un recipiente ovalado y la otra el jarrón para el aseo.

Colocan cada objeto sobre el tocador, frente al espejo y se vuelven hacia mi dirección.

—Buenos días, Lady Charity.

—Buenos días. —Respondo.



(***)



Permanezco en mi habitación antes del llamado a desayunar, me cambio y retiro las vendas que ya no necesito, aun así, prefiero estos vestidos que llevo usando pocos días desde que me caí y que no son tan esponjosos para mi gusto.

Elijo uno con bombones en las hombreras, falda larga y un escote que eleva mis pechos y al ver el resultado en el espejo, acalora mis mejillas.

Golpean la puerta y mi único pensamiento es Max.

Me acomodo el vestido y...

¿Por qué estoy tratando de verme bien para...?

Me aparto del reflejo y doy el pase, no es Max, una de las criadas me pide bajar al comedor y así lo hago.



(***)



Durante el desayuno y cada vez que tengo la posibilidad de dirigir los ojos hacia el jefe de la guardia real, el evade mi mirada y prefiere observar a un punto en específico, los reyes me cuentan sobre su breve visita de la que no oigo demasiado y no porque no me lo cuenten, sino porque mi atención está en otro lado.

—Charity, antes de retirarte. —Pide la reina de pie. —Podrías hacer el favor de acompañarme.

—Por supuesto.

Sigo sus pasos y a medio camino descubro que nos dirigimos a su habitación, mis pasos disminuyen cuando cruzamos el pasillo y a lo lejos veo una gran habitación.

—Esa es...

—La habitación del príncipe. —Responde la reina y mis ojos se abren más. —Por favor, sígueme.

Hago caso a lo que me pide no antes de darle una última mirada a la habitación, caminamos los últimos pasos antes de llegar a la suya y me hace ingresar, y además del hermoso cuarto digno de una mujer como ella, lo que me percato es de la caja rosa que se encuentra sobre la cama.

Decreto de amor ( #1 Amores en la Realeza)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon