Capítulo 36

5.9K 592 95
                                    

─¿Qué hace en mi habitación?

Dije en cuanto cerré la puerta.

─Necesitaba hablar contigo.

─Si pero no le da derecho de entrar a mi habitación sin mi permiso.

─¿Ah no? ─Sonó burlesca, eso me hizo enfadar. Podía notar el tono de superioridad en su voz. Me crucé de brazos y di un paso hacia ella.

─No, es mi habitación. No tienes ningún derecho a entrar sin mi permiso, espero que esto no se repita.

─¿Crees que puedes darme ordenes? ─Se alteró un poco y me reí un poco.

─No estoy dando órdenes solo es una simple petición.

─Justo como a lo que he venido, tengo una simple petición.

─Pues no puedo ahora ─dije alejándome de ella para caminar hacia mi escritorio y comprobar que todo estuviera en orden.

En realidad, todo parecía estar en su lugar, pero era un atisbo de nervios lo que me hacía querer comprobarlo.

—¿Disculpa? —La escuché decir a secas y me tomé mi tiempo antes de voltear a verla con una expresión seria.

—Tengo cosas qué hacer.

Sus cejas se arquearon y dio un paso hacia mí.

—No deberías de hablarme en ese tono.

Acusó.

—¿Por qué no? —espeté molesta—. Creo que estoy en mi derecho de enojarme porque has entrado a mi habitación sin una invitación, ¿o te parece eso correcto?

—Lo que no me parece correcto —dijo caminando hacia mí, yo me acerqué a ella también—. Es que tengas el descaro de hablarme de ese modo cuando evidentemente no tenemos el mismo título, perdón, tú no tienes ninguno.

Me reí secamente.

¿Era su intento de ofenderme?

─Con título o sin título, no te da derecho a irrumpir en mi habitación sin una invitación, es de mala educación.

Me crucé de brazos molesta.

─Deberías de cuidar el tono en el que me hablas.

─También tú ─dije sin nada de paciencia, Hellen apretó los labios y me sostuvo la mirada, no se la desvié ningún segundo.

─Cuida tu boca.

─Lo mismo digo.

Se acercó más a mí y yo también.

─¿Sabes qué podrías perder tu trabajo por ofender a una duquesa?

─¿Acaso estás amenazándote?

Enarqué las cejas.

─No estoy amenazándote ─comenzó a caminar a mi alrededor─. Solo estoy advirtiéndote de lo que podría pasar, además, sabes que tienes mucho de qué perder, ¿o se te olvida lo de las fotos?

Me tensé ante su pregunta y la sonrisa que me dio, me dijo que tenía la seguridad de que me tenía atada a ella.

─¿Lo ves? No tienes como....

─Sea cual sea la situación, no debes de estar aquí. Por favor, vete de mi habitación ─la interrumpí tomándola del codo para llevarla hacia la puerta y sacarla. Tal vez ella tenía evidencias suficientes para hacerme perder mi trabajo, pero verla aquí me había dejado ya de mal humor y estaba actuando por impulso.

─¡Suéltame! ¡Detente! ─Forcejeó de mi agarre el cual no era tan fuerte, su voz era aguda. La solté de inmediato por la repentina actitud que había tomado, pero ella se balanceó.

Si la corona te quedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora