Capítulo 21

7.2K 673 169
                                    

Las doncellas me tomaron medidas y aseguraron que tenía un buen cuerpo lo que me hizo cohibirme un poco, no estaba impuesta a recibir ciertos halagos, tampoco entendía mucho sobre el código de vestimenta que la duquesa Kennedy estaba exigiendo para la fiesta.

Me sentí un poco incómoda al estar bajo varias miradas, aunque a las doncellas reales no pareció importarles, ellas solo hacían su trabajo, aunque resultaba extraño para mí recibir tanta atención porque no estaba impuesta a ello.

Para cuando terminaron, la reina les pidió salir de la habitación y que nos dejaran a las dos a solas, me sentí un poco nerviosa pero tan rápido como empezó a hablar sobre los vestidos y temas al azar me relajé.

─Blair, ¿puedo hacerte una pregunta? ─inquirió en un tono serio, asentí levemente y esperé a que volviera a hablar─. Sé que a mi hijo no le gusta que mi esposo y yo nos entrometamos en ciertos asuntos reales desde que asumió el trono, pero me importa el bienestar de mi nieto y por supuesto de este pueblo. Por eso, quiero pedirte tu completa sinceridad ante lo que quiero preguntarte.

Comenzó a explicarme y asentí de nuevo.

─Por supuesto ─no es que fuera una mentirosa, sí, he mentido un par de veces junto al príncipe, pero no es como que me la ande por la vida de mentira en mentira.

─Bien ─dijo con un leve asentimiento y visualicé una diminuta sonrisa en su boca─. Dime, ¿alguna vez los reyes te han...?

La pregunta de la reina Amelia quedó inconclusa cuando alguien tocó a la puerta de su habitación, dio un brinquito y me sonrió apenada, fuera lo que fuera que iba a decirme, me daba la impresión de que era confidencial. El cuerpo de la reina se relajó cuando fue a abrir la puerta y el rey Edmond entró, quien me ofreció una cálida sonrisa al verme.

─Señorita Peterson.

─Majestad ─saludé con una pequeña reverencia. El rey compartió una mirada con la reina, la mirada que ambos se dieron me dejó intrigada.

─¿Ya le dijiste? ─Preguntó el rey, los miré a ambos aun con intriga.

─¿Decirme qué? ─Me atreví a preguntarles y los dos volvieron a compartir una mirada cómplice. Esperé en silencio a que volvieran a hablar.

Los reyes se tomaron su tiempo antes de darme una respuesta.

─Señorita Peterson ─habló el rey luego de soltar un suspiro pesado─. Nos gustaría hablar con usted sobre un asunto importante ─el rey miró a la reina quien asintió para que continuara─. Pasa que nos preocupa nuestro nieto, hace unos años, todo el reino sufrió una pérdida importante, en especial nosotros, nuestro nieto Edmond, falleció ─oprimí una mueca, recordé que Carsten me había hablado de ello aunque no reveló casi nada de él solo que tuvo un accidente, tal vez si me hubiese atrevido a preguntarle más me habría contado pero no me sentí cómoda hurgando en algo tan delicado como eso y en estos momentos tampoco me sentí capaz de preguntarle a los reyes que había pasado, preferí quedarme callada y esperar a que el rey continuara─. El príncipe Edmond era un excelente chico, aunque existía una gran presión sobre sus hombros, me temo que en el de Carsten existe un peso mucho más grande después de lo de su hermano.

─Así es, por eso estamos un poco preocupados con todo este asunto de las duquesas y por supuesto tener una casamentera ─agregó la reina y oprimí una mueca─. Aunque esto es algo a lo que muchos reinos solemos recurrir, su labor como casamenteras siempre son una bendición para nuestras familias ─sonreí con orgullo por ello, que un miembro de la realeza dijera que mi trabajo era una bendición era un gran halago─. Nuestra inquietud es que obliguen a Carsten a comprometerse con alguien que él no ama realmente, verás, los matrimonios forzados en la realeza son comunes, pero nosotros siempre hemos aceptado que nuestros hijos se casen por amor, así como nosotros lo hemos hecho.

Si la corona te quedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora