CAPÍTULO 27

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Con una pequeña caja rosada en sus manos camina decidido hasta el escritorio de Mikasa, donde ahí se detiene frente suyo.

La pelinegra alza la mirada y abre la boca por la sorpresa de verlo frente suyo. Ahí, con esa cajita y la mirada arrepentida.

Se levanta de su silla de escritorio.―Levi...

Al verlo tan vulnerable ella siente sus ojos lagrimear.

―Mikasa, realmente te extraño. Espero puedas perdonarme por lo que te dije, fui completamente maleducado contigo... y bueno te traje este pastel porque sé que te gusta el chocolate.―Le extiende la cajita y la mujer parpadea confundida pero igualmente la toma.

Se fija en la etiqueta sobre la caja.

Mira detrás de él y ahí está Armin, el autor del pastel obviamente porque la caja tiene el sello de su pastelería. Vuelve su mirada a su mejor amigo y niega con la cabeza.

―No, Levi, la que se tiene que disculpar soy yo. Te presioné demasiado en un momento donde necesitabas apoyo. El regaño pudo haber sido después. Yo me preocupé tanto por verte de esa manera que realmente no pensé en que necesitabas más un abrazo que un sermón.

―¿Entonces... me perdonas?

―¡Claro que sí, enano! Si eres un amor y me trajiste pastel.―Se acerca hacia él y con su mano libre rodea a su amigo, la otra sostiene el pastel dentro de la caja.―¿Tú también me perdonas?

Levi corresponde al abrazo.―Por supuesto que sí.

Se separan, empiezan a limpiar sus pequeñas lágrimas con sonrisas en sus rostros.

―¿Porqué tardamos tanto en disculparnos?―Ríe Mikasa.

―Porque son orgullosos, y unos tontos.―Armin se acerca a ellos y sonríe dejando un beso en la mejilla de la mujer y otro en el pelinegro.

Los empleados alrededor solo sonreían al ver la escena de los tres amigos. Después de todo, sus caras son graciosas cuando lloran.

―¿Así que te irás?

Ahora están en el escritorio de Levi, mientras él guarda sus pertenencias en su maletín.

―Sí, nuestro vuelo sale esta noche.

―Realmente las cosas no resultaron bien, ¿no es así?

Mikasa toma su mano cuando está a punto de tomar una libreta para meterla a su maletín. Lo mira con preocupación.

―¿Quieres hablar de eso?

Levi niega y baja la mirada.―Me gustaría quedarme a hablar contigo, pero realmente tengo que irme ya, Mika.

Ella asiente y retira su mano. Se cruza de brazos.―¿Prometes que me llamarás cuando llegues a Hong Kong?

Él sonríe.―Claro.―Coloca la tira de su maletín en su hombro y se endereza.―Te llamaré cuando esté en la habitación de hotel, y ahí te contaré todo, ¿Okay?

La mujer asiente, pasa una mano por sus cabellos negros y suspira.―Bien, me quedo más tranquila.

Se abrazan por última vez.

Levi se siente mejor ahora que logró arreglar la situación con su mejor amiga. No quería irse sin ejecutar el consejo de Jean sobre hablar con Mikasa.

Además, ahora más que nunca necesita a su confidente que lo entiende y apoya.

―Mándale un beso a tu bebé y un saludo a tu papá, cuando vuelva iré a visitarlos.

―Sé que sí, Levi.

El pelinegro se despide agitando su mano y entra a la oficina de Jean donde discuten algunas cosas. Al salir se topa con Eren, y el resto ya es historia, ya saben cómo termina.

Al día siguiente por la mañana está tirado sobre la cama de su habitación del hotel, exhausto con la cabeza dándole vueltas y el corazón enloquecido.

Por un lado, se siente rechazado por su esposo y siente que se rompió un poco más su corazón, a tal punto donde realmente está confundido y llorar no es suficiente.

Pero por el otro aún tiene el entero apoyo de su hermano y su mejor amiga.

Solo espera poder aclarar su mente.

Es mucho que digerir.

―¿Tu la extrañas, papá?

―No he amado ni amaré a nadie como la amé a ella.

Duele.

Duele cada que piensa en eso, quiere llorar, pero no puede. Es un estado extraño.

Él siente su corazón estrujarse al recordar sus palabras.

Siente ira, tristeza, dolor, incertidumbre, picor en las venas y lágrimas invisibles en sus ojos, porque están y no están.

Porque quiere sentirlas y no puede, su rostro no expresa nada, pero dentro suyo pasa demasiado y no sabe cómo lidiar con ello.

―Lo sabía...

Él escuchaba como sus amigos le decían que debían alejarse, y él se negaba. Sin embargo, muy dentro suyo siempre lo tuvo presente. Siempre supo que ellos no funcionarían, quizás solo trató de maquillarlo para pasar buenos meses juntos en la ignorancia.

¿Para qué? ¿Qué quería probar?

El poco cariño que se tiene, el poco cariño que recibió por años y los maltratos traumáticos.

¿Esa es la razón por la que mendiga un poco de amor? ¿Por eso busca migajas?

¿Así de roto quiere tener una familia?

Ni si quiera se da cuenta que ya la tiene al lado de su hermano y amigos cercanos.

No necesita de las personas, si no de sí mismo.

¿Hasta cuándo se limitará para darle de todo a los demás y el recibir las sobras?

―Cuando...

Trata de buscar las palabras, pero no las encuentra. Siente la respuesta en la punta de su lengua, está cerca de averiguarlo sin embargo no puede.

Levanta su cuerpo de la cama y toma su cabeza. Se siente cansado, exhausto. El estrés de todo lo que pasa en su vida le da dolores de cabeza. Además de que siente algo atorado en su pecho que no puede sacar, porque no se desahoga como debería.

Realmente hay demasiado en su mente y necesita tiempo.

Tocan la puerta.

―¡Pase!

―Levi, hermano.―Jean se asoma por la puerta e ingresa con una gran sonrisa.

―¿Qué pasa?

―Tenemos una reunión en una hora, la cambiaron a último minuto.

Levi asiente, sentándose a la orilla de la cama.―Bien, me daré una ducha, cambiaré mi ropa y estaré listo.

Hablan un poco más y finalmente Jean sale de la habitación, dejando a Levi empezar a alistarse.

Al menos mantendrá su cabeza ocupada con las reuniones.

Cenizas de un amor - Ereri (adaptación)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ