~Esta es la reacción de tu novio cuando le dices cosas bonitas porque sentías que nunca lo hacías
Si tuvieras que describir tu personalidad, el adjetivo "romántica" definitivamente no entraba en la descripción. De carácter frío y solitario y con un lenguaje de amor basado en actos serviciales y alguna que otra caricia a las tantas. Nadie te consideraba capaz de tener una relación estable y mantenerla en el tiempo, pero, para incredulidad de todos, encontraste a Namjoon, quién se enamoró de tu intelecto y belleza y te aceptó con todo lo que venías.
Él sabía que lo amabas, se daba cuenta al observar las pequeñas cosas en lo cotidiano. Cocinarle su comida preferida, perfumar su ropa limpia, taparlo con una manta cuando se quedaba dormido en el sofá. Namjoon, por el contrario, usaba sus palabras para demostrarte su amor por ti, eso te gustaba, te hacía sentir amada, pero evitabas regresar los cumplidos porque no era lo tuyo. No importa cuánto lo amaras, las frases cursis y románicas eran incapaces de salir de tu boca. Esto hacía que tus pensamientos te jugaran una mala pasada, porque sentías que tu novio en cualquier momento se cansaría de que el romanticismo no sea recíproco y te dejaría.
Es por eso que decidiste hacer un cambio hoy y, mientras lo esperabas con la cena en el horno a que llegara de trabajar, repasaste en tu mente qué decirle. Aunque, nada de eso sirvió, porque cuando apareció por la puerta de entrada, lo recibiste con un beso más dulce que el vino que habías comprado para acompañar la comida, lo cual sorprendió al hombre, quien enseguida se prendió a ti y continuó el beso con más intensidad. Mientras tu novio dejaba sus pertenencias sobre el sofá, lo esperabas en la cocina con un aroma sabroso que recorría el lugar.
—Joon.
—¿Sí, bebé?
—¿Sabías que te amo, verdad? —le preguntaste, mirando hacia cualquier lado menos a él porque te incomodaba.
El chico te miró con una ceja levantada y poco a poco comenzó a asomar una sonrisa.
—¿Quién eres tú y qué haz hecho con mi novia?
—Me atrapaste, soy un impostor. —le seguiste el juego, riendo. —No —sacudiste la cabeza. —Hablo en serio. Te amo... mucho.
—Eso ya lo sé, Jagi-ah —te rodeó la cintura con sus brazos, acercándote a él. —Y yo te amo aún más, preciosa.
—Ok. Quería que lo sepas. —le sonreíste fugazmente. —Y también quiero que sepas que eres hermoso, inteligente, bueno, respetuoso, caballero y gracioso —enumeraste con tus dedos.
—Gracias... —respondió un Namjoon confuso. —¿Y esto por qué?
Te encogiste de hombros. —Porque sí.
—No irás a romper conmigo ¿No?
—Al contrario, lo hago para que sepas que te amo y te valoro mucho, pero no suelo decírtelo seguido y a veces me da miedo que te vayas por esta misma razón. —confesaste, soltando uno de tus mayores miedos y sacándote un peso de encima.
Namjoon sonrió enternecido, cerró sus ojos y mostró sus hoyuelos que a ti tanto te encantaban. Soltó una pequeña risa y rápidamente te aferró a él para llenarte de besos en toda la cara.
—Mi vida, yo te conozco como a la palma de mi mano. Sé que no sueles decir cosas bonitas, y está bien. Sé que me amas porque me cuidas y me consientes y eso para mi es suficiente. Quiero que dejes de preocuparte por tonterías.
Acarició tu mejilla con su dedo pulgar y volvió a besarte.
—Gracias, es bueno saberlo. Iré a mirar el pollo para que no se me queme.
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