𝟭𝟬 | Trabajo

102 22 21
                                    

CAPÍTULO 10

𝐍𝐀𝐈𝐀
______________________________

Después de las últimas clases caminé hasta la casa, sola. No sabía de dónde había sacado las fuerzas de poder dar un paseo cuando lo que más quiero ahora es regresar a casa lo más rápido posible y poder darme un baño, tomar un café cargado para repasar mis apuntes de hoy e irme a dormir antes de las doce. Debió ser porque el clima estaba en su punto perfecto para admirar todo lo que podía encontrar en el camino, no hacía tanto frío ni tampoco había mucha humedad para sentir que en cualquier momento podría sofocarme; pasé por una plaza que estaba rodeada de diferentes arbustos que tenían su propia flor, le tomé fotos a las más me gustaron antes de seguir y pasar por una cafetería. Siempre fui una adicta al café, aunque eso me hiciera mal al estómago por mi gastritis y a mí condición médica en general, pero mi punto para refutar las advertencias de mi tía y de Soomin es que de algo tendré que morirme en algún momento, y si es del café, pues con mucho gusto moriré.

Otra vez me convenzo de que no tengo nada que perder si me compro un vaso de café y camino hasta la cafetería. Este tenía una fachada que se asemejaba al estilo industrial, los colores que más predominaban era el gris con negro y con un poco de dorado, además de los acabados con madera de roble oscuro.

En el interior, la decoración era un poco más distinto que afuera. Seguía manteniendo ese estilo industrial pero combinado con lo que es el estilo orgánico. En una de las paredes de ladrillo había un letrero brillante y enorme con el nombre del lugar, el cual decía «Go&Milk»; también habían repisas de madera que sostenían macetas con plantas colgantes, en algunas esquinas del restaurante habían palmeras hawaianas. Todo estaba casi con una decoración con ese estilo de orgánico, las plantas estaban por todos lados.

Deduje que los dueños de este lugar eran americanos, pues tiene también ese estilo —además de la comida— neoyorquino. Habían cuadros con fotografía en blanco y negro que eran de ciudades mojadas o de la oscuridad de la noche. No estaba mal, me parece genial.

Me acerco a la barra para pedir un café helado. Desde hace mucho tenía ganas de tomar uno, no hay que perder la oportunidad. Sin embargo, todo parece ser un chiste para mí cuando veo al chico de ojos pequeños, cejas gruesas y cabello negro que me atenderá.

—¿Naia? —Inquiere con asombro.

—Song Dong-cheol —le digo con alegría. En realidad estaba muy feliz de verlo otra vez.

En la escuela, antes de pasar a mi primera universidad, tuve a mi grupo de amigos que me ayudó a sobrevivir en mis primeros años en Seúl. Entre ellos estuvo Dong-cheol, chico con un dote de inteligencia increíble, el primer puesto de toda nuestra clase, y el chico más simpático que he podido conocer en toda mi vida; aparte estaba otra chica, pero ella tuvo que mudarse a Busan cuando estábamos por cursar los tres juntos nuestro último año de secundaria. Dong-cheol fue como mi primer mejor amigo en este lugar, me hacía sentir bastante bien con su compañía, en realidad me caía mejor que la otra chica; nuestra relación llegó hasta cierto punto en donde tuve algunas dudas sobre lo que sentía por él, pero tuve suerte que nada sucedió entre nosotros.

Lo triste llegó cuando ambos tomamos rumbos distintos en nuestra vida. Con el tiempo perdimos contacto y no supe nada más de él hasta el día de hoy.

—Que bueno volver a verte. Sigues como te recuerdo.

—Digo lo mismo contigo —le respondo. Miro a las dos personas que están juntas atrás de mí y reparo en mi viejo amigo—. ¿Podrías un café helado grande?

Dong-cheol toma mi órden para luego dirigirse a la máquina en donde prepara mi bebida. En menos de quince minutos me entrega mi pedido a la misma vez que habla con uno de sus compañeros para intercambiar turno y que de ese modo él pueda conversar conmigo.

Bad Boy » Kim Taehyung [BTS] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora