XI: I wanna be yours

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Había escuchado muchas de las antiguas canciones, casi todas, incluso uno que otro demo musical que el guitarrista le compartió cuando estaba de buen humor. Lo que esas canciones decían, y lo que expresaban aquellas que escribió junto a Chuuya, era diferente. Algunos tópicos líricos eran similares, especialmente aquellos que hablaban sobre el desamor y la soledad, pero al escucharlas y comparar cada estribillo, no era lo mismo. Podía entender el porqué Akutagawa estaba reacio a presentar una de ellas en un evento tan importante, pero, ¿qué otra opción tenía?

―Tal vez puedan presentar solo esas dos canciones ―comentó Atsushi, sin encontrar alguna solución y sin querer insistir más en el tema. Le dedicó una sonrisa que esperaba solucionar los problemas frente a ellos―, e incluso si su tiempo sobre el escenario es menor al del resto, estoy seguro de que será increíble. Siempre es increíble.

Volteó su rostro y alejó su sonrisa de la atención de Akutagawa, sin notar como el guitarrista lo observaba con tanta atención. De cualquier forma, difícilmente descubriría lo que el otro estaba pensando, y tal vez, serían cosas que no quería saber. Hacía frío, el cielo estaba gris, pero poco a poco el color se oscurecía al igual que los ojos del mismo tono a su lado.

Akutagawa no comentó nada. Salieron de la zona de la universidad sin decirse más. El guitarrista caminó al frente, guiando el camino y llevándole por entre distintas calles. Atsushi le seguía sin molestarse por el silencio entre ellos. Era cómodo, no le importaba si el otro quería o no hablar, lo aceptaba y le gustaba.

En algún momento, se atrevió a mirar por sobre su hombro y lo notó con el teléfono entre las manos; buscando y leyendo algo. Inmediatamente se alejó, preocupado de haber visto algún mensaje personal entre Akutagawa y otra persona, tal vez su novia. No quería ver nada de eso, pensó, y sus pasos se ralentizaron para aumentar la distancia entre ellos.

Sin embargo, solo segundos después de su indiscreta mirada, Akutagawa se detuvo y se giró hacia él. Al notar la distancia, tan solo arqueó una de sus muy finas, casi imperceptible, cejas y le tendió el lado derecho de unos audífonos de cable de color rojo.

Sin entenderle, Atsushi lo tomó, mirando entre el objeto y Akutagawa, y entonces notó que el guitarrista mantenía en su mano su teléfono; la pantalla se mantenía iluminada por una pista de audio.

―¿Grabaron las últimas canciones? ―cuestionó, acercándose al otro chico y acomodándose a su lado, con el audífono en su oreja.

―No, estas son pistas antiguas ―explicó, y comenzó a reproducir una de ellas―. Necesito una tercera canción y no tengo tiempo para escribir una nueva, ayúdame a escoger.

Si Akutagawa supiese el efecto que tenían esos pequeños momentos en que la música los unía, lo feliz que le hacía sentir el hecho de que confiase tanto en él sobre sus composiciones musicales, lo mucho que lo extrañó durante esas semanas sin melodías de guitarra, y que quería tanto tomar su mano mientras escuchaban las canciones; seguramente lo evitaría como la peste.

Jamás se hizo ilusiones sobre su enamoramiento, tampoco sobre su cercanía con Akutagawa. Aún no sabía si eran un poco más de conocidos, o amigos, o nada, pero podía fingir por un momento.

Podía concentrarse en la música que se reproducía, en su letra y melodía, perdiéndose más que nada en el sonido de la guitarra, e intentar imaginar qué pensaba Akutagawa cuando compuso cada una de ellas; qué quería lograr, hasta dónde quería llegar. Quería saber todo eso y más, mucho más allá de la música, más allá de lo que decían sus libros y canciones favoritas.

―¿Y? ―cuestionó Akutagawa cuando la primera canción terminó―. No me convence del todo. Sé que Chuuya podría interpretarlas a la perfección, pero hay algo que no calza.

Leave the kiss for later [SKK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora