XI: I wanna be yours

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Sintiéndose expuesto y avergonzado, Atsushi desvió la mirada. Moviéndose lejos de la entrada de la biblioteca, y de Akutagawa, cuando notó que entorpecían la entrada y salida de otros estudiantes.

―Te lo dije, me gusta la banda y la música que compones... ―Su voz descendió poco a poco al final de su frase. Sin embargo, volvió a elevarla y a mirar a Akutagawa, casi olvidando sus preguntas y todo aquello que no sabía del otro―. De todas formas, adivino que quieres que la presentación sea perfecta y que yo supervise los ensayos, ¿no? Si no es eso, no sé para qué quieres que vaya contigo.

Ojalá fuese solo para pasar tiempo juntos y conocerse más allá; fuera de la música y literatura, pero Atsushi no se hacía ilusiones. De todas formas, con escucharle y saber que Akutagawa confiaba lo suficiente en su buen oído musical, era suficiente.

―Eres un idiota, pero eres más detallista con los errores en la música que en tus propios ensayos ―respondió Akutagawa. Atsushi decidió ignorar el obvio insulto―. Y sí, quiero que la presentación sea absolutamente perfecta y tu oído me viene bien en este momento. ¿Irás conmigo o no?

Ni siquiera lo dudó. Sacó su teléfono y le envió un mensaje a su jefa, escribiendo que necesitaba esa tarde para atender un asunto importante y, tan rápido como su solicitud fue enviada, llegó una respuesta positiva que no demoró en informar al guitarrista con una amplia sonrisa.

Estaba emocionado, ¿bien? Su relación había mejorado tanto desde que se dieron cuenta de que ambos apreciaban por igual la música, que era imposible no extrañar las pláticas que hace días no compartían. ¡Incluso comenzaba a ansiar las críticas de Akutagawa hacia sus ensayos de literatura! Pero entendía que no siempre podían verse, o hablar unos segundos, con todos los exámenes que debían aprobar antes de las vacaciones de Navidad.

Pero lo extrañaba, y no entendía por qué. Sí, sabía, y había aceptado, que la admiración que sentía por el guitarrista se convirtió en amor, pero ¿y eso qué? Fuera de su gusto en común por la música, Akutagawa lo seguía odiando, ¿no? Seguían discutiendo sobre autores, ensayos, teorías literarias y críticas.

No eran amigos, tampoco se llevaban tan mal como antes, y Atsushi quería mantenerse cerca. Al menos continuar escuchando las canciones que componía, y ese deseo le hizo aceptar tan rápidamente dejar su trabajo de lado y acompañarle.

Caminando hombro a hombro, atravesaron la universidad en dirección a la salida oeste. Era la más cercana a la zona comercial del sector, recordó Atsushi, mientras avanzaban en silencio entre los estudiantes y profesores que iban de un lado a otro; algunos lentos, otros rápido; escapando del frío, disfrutando de este; perdidos en sus pensamientos y sentimientos, o tal vez ignorando estos.

Y aunque el silencio era cómodo entre ellos, había tantas preguntas por hacer, tanto que quería saber más allá de la música o literatura. Pero sobre lo único que se atrevía a preguntar, era por aquello que los unía de alguna forma.

―¿Ya escogieron las tres canciones para ese día? ―cuestionó Atsushi.

―Me falta una ―confesó el guitarrista, siempre mirando al frente y pisando la nieve sin temor a resbalar―. Las dos canciones que escribí junto a Chuuya están en la lista, pero no tenemos la tercera...

―Ah, eso es malo, queda un poco más de dos semanas para el evento... ¿Tal vez podrías agregar una de las canciones antiguas?

Aquella idea no pareció agradar a Akutagawa, y Atsushi se sintió un completo idiota al mencionar algo así. Sabía lo que el otro estaba pensando: aunque las canciones antiguas eran buenas y la voz de Chuuya podía fácilmente acoplarse a ellas, incluso darle mayor expresividad, no era lo que quería presentar. La letra no era perfecta, no representaba la imagen de Black Ocean.

Leave the kiss for later [SKK]Where stories live. Discover now