C A P Í T U L O 15

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¡Hay una nota importante al final del capítulo!
Por favor, leela.



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° C A S S I A N °

     Iba a disculparme con ella.

      No había intercambiado ni una sola palabra con Vynnea desde la noche anterior y eso no se sentía correcto, no después de haberla tratado de aquella maldita manera. En la mañana no habíamos cruzado palabra porque ella no había desayunado y si lo había hecho lo había hecho a solas en su habitación, únicamente había salido cuando Feyre le había avisado de que partiríamos de regreso a casa. Para ese momento solo me atreví a anunciar, junto a Nesta, que finalmente habíamos decidido posponer nuestra ceremonia de apareamiento hasta que todo el asunto de Bajo la Montaña fuera resuelto, aunque nadie estaba seguro de cuánto tiempo supondría aquello.
      Aun así había planeado mantener esa charla una vez llegáramos a la Casa del Viento, yo me había encargado de dejar a Nesta en Velaris pues supuestamente necesitaba ir al apartamento de Amren para algo relacionado con algo sobre sus poderes, estaba empeñada en aprender cuánto de ello le quedaba y en como usarlo si le era necesario. Aun podía recordar la imagen de ella con la corona, la máscara y el arpa entre sus manos, ella siendo la única capaz de portar los tres a la vez. La imagen de la muerte misma.
      Aun así no me detuve a pensar mucho en ello, para cuando pisé la Casa del Viento Azriel estaba despegado de la terraza, Feyre y Rhysand junto a él con un Nyx somnoliento entre los brazos de su madre. Los tres irían a la Casa del Río para seguir hablando e investigando sobre lo que Rhys había decidido nombrar “La Sombra”, yo había prometido unirme a ellos en algún momento después de mi corta visita.
      Los tres habían desaparecido y antes de hacerlo por completo Azriel me había dicho que si buscaba a Vyneea, que ella se había retirado a su habitación, y esa era la razón por la que ahora me encontraba frente a la puerta de oscura madera esperando a que ella respondiera después de haber llamado.
      —¿Vyneea? —Pregunté al no recibir respuesta— Vyneea necesito hablar contigo, ¿puedo pasar?
      Acerqué mi rostro a la superficie rugosa y presté atención a los sonidos procedentes del interior de la habitación, no había nada, ni siquiera una respiración. Abrí la puerta lentamente y observé al rededor de la estancia atentamente buscando una figura menuda y delgada, no había nadie.
      Me adentré en la misma sin cerrar la puerta a mi espalda y los sifones en mis manos se encendieron con una luz tenue peor alerta, me acerqué hasta la cama pero estaba perfectamente echa por lo que la teoría de que ella estuviera durmiendo se deshizo, volvía inspeccionar el lugar con al mirad ay mi atención viajó al montón de tela roja que había cerca de la puerta entreabierta del baño.
      —¿Vyneea? —Volví a llamar en voz alta —¿Estás en el baño?
      Caminé hasta la puerta con un tono de madera algo más claro, podía escuchar el sonido del agua correr por lo que eso suponía que la bañera estaba llena o alguno de los grifos del lavabo lo estaba.
      —Vyneea voy a entrar —Avisé mientras apoyaba la palma de mi mano en la madera y la deslizaba suavemente, sin embargo tampoco recibí respuesta a eso.
      Di un paso en el interior del baño y mis ojos rápidamente recayeron en la bañera, más concretamente en el cuerpo hundido en su agua, en la mata de pelo plateado que flotaba en la superficie.
      —¡VYNEEA!
      No lo dudé, mi cuerpo se movió por inercia y en un pestañeo estaba arrodillado al borde de la misma y mi brazo se había hundido en el agua hasta tomar uno de sus pálidos brazos.
      Su peso fue como levantar a una pluma pero el movimiento repentino venció mi equilibrio y con ella aun sujeta ambos caímos hacia atrás,mis brazos la envolvieron y fue mi espada la que recibió el golpe sintiendo el frío del suelo contra las alas.
      De sus labios escapó un corto grito que se silenció cuando el golpe terminó, rápidamente nos hice girar y me incorporé sobre ella, mis manos escarbaron en su rostro apartando los mechones plateados de su cabello, mi corazón latía con violencia contra mis costillas mientras mis ojos recorrían su rostro encogido en una mueca dolorosa y llena de desconcierto.       Cuando sus ojos se abrieron lentamente observé cómo cada una de sus facciones se tensaba con horror.
      —¿Ca...ssian? —Su voz era temblorosa—¿Qué…? ¿qué haces aquí?
      Mis ojos recorrieron cada centímetro de la piel de pálido rostro, no había ninguna herida ni tampoco ningún golpe, Vyneea se removió ligeramente bajo mi cuerpo sus sus brazos se unieron sobre su pecho, sentí sus piernas removerse entre las mías.
Fue entonces cuando mi atención descendió a la piel blanca de su cuello, a sus hombros desnudos y al ligero temblor que todo su cuerpo irradiaba. Ella estaba desnuda.
      Me incorporé rápidamente y deslicé mi mirada al enorme toallero que decoraba el lado contrario del baño, sin dudarlo un segundo y mientras sentía como mi corazón ib a salir despedido de mi pecho, me puse en pie y me apresuré a tomar una de las telas para luego caminar de regreso y dejarla caer sobre ella quien, ya había optado por una posición sentada atrayendo sus rodillas a su pecho y dejándome únicamente la vista de su espalda completamente expuesta, y aunque las cubrió enseguida, yo solo pude ver las cicatrices grotescas que se dibujaban en su piel.
      Eran más grandes de lo que había podido imaginar, incluso cuando yo mismo había observado las heridas en su peor momento, ver la piel rosada y todavía frágil me sacudió los huesos de todo el cuerpo.
      Eran grotescas, demasiado amplias para lo que el cercenado de unas alas supondría, como si hubieran jugado con el hueso roto y hubieran jugado con él, moviéndolo entre su carne antes de simplemente arrancarlo.
      Vyneea se puso en pie por su propia cuenta y se aferró con fuerza a la toalla demasiado grande, tanto que esta no solo sería capaz de darle dos vueltas al cuerpo sino que además colgaba más allá de sus rodillas y llegaba casi hasta sus tobillos.
      —¿Qué ocurre? —Preguntó mientras se abrazaba a sí misma con fuerza —¿Por...por qué estás aquí?
      Las palabras se atragantaron en mi garganta, podía verla, su figura bajo la jodida toalla, podía intuir las curvas en sus caderas donde sabía perfectamente que le marcaba la cresta ilíaca porque ya la había tocado antes sobre su ropa, al sostenerla al volar o al ayudarla a mejorar su postura en los entrenamientos. También podía visualizar las pequeñas pero notables montañas de sus pechos, el interior de mi garganta se sentía seca, árida por completo.
      —Yo...—Tomé una larga respiración y me obligué a hacer todo eso desaparecer — No respondías a la puta puerta y cuando entré tampoco respondías.
      Sus mejillas estaban sonrojadas por la vergüenza.
      —No lo escuché —Sus ojos estaban fijos en el suelo empapado—No escuché nada.
      —Cuando entré en el baño también avisé y luego te vi bajo el agua y yo...—Me obligué a detenerme porque las palabras que flotaron pro mi mente eran demasiadas
      —Pensé que te habías desmayado alguna mierda —Arrastré una de mis manos por mi rostro y arrastré los mechones ahora ligeramente húmedos de mi cabello hacia atrás.
      Vyneea permaneció de pie con la vista agachada y yo a un par de pasos.
      Mi corazón seguía latiendo desbocado, me forcé a respirar profundamente y a dejarlo salir para calmarme pero nada parecía funcionar, mis ojos volvieron a caer sobre ella, sobre su imagen con su cabello húmedo pegado al rostro, con la mejillas bañadas en rojo y sus labios siendo ligeramente mordidos por ella misma.
      Mía, dijo una voz interior, un susurro semejante a algo como el instinto, es mía, puedo tomarla.
      Di un paso atrás, no, esos pensamientos…
      —¿Cassian? —El rostro enrojecido de Vynnea me hizo arder la sangre. Retrocedí, mis piernas se sentían temblorosas, me sentía débil.
      —Necesito hablar contigo de...—Mis ojos viajaron solos, inconsciente.
      El tramo descubierto de su cuello hasta su hombro, donde se veía claramente su clavícula y como, aun bajo la toalla, su pecho subía y bajaba acelerado. Algo se tensó en mi bajo vientre.
      —Te esperaré en el comedor.
      Y huí, sin más, dándole la espalda y sintiendo como hasta la última fibra de mi cuerpo estaba dura como la roca, ardiendo en un fuego desconocido.
      ¿Qué mierdas estaba pasando?

Una Corte De Sombras Y Sangre© [CASSIAN]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora