𝑷𝒐𝒓𝒕 𝑨𝒏𝒈𝒆𝒍𝒆𝒔

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Bella pov.

Charlie no estaba sorprendido al saber que saldría con Alexandra. Últimamente creo que le he hablado mucho de ella.

-Ten cuidado y no vuelvas demasiado tarde.-dijo Charlie sonriendo levemente, asentí en respuesta.

Alexandra conducía demasiado rápido, mire el indicador de velocidad.

-¡Ve más despacio!.-exclamé viendo como Alexandra conducía.

- ¿Qué pasa?.-se sobresaltó, pero el automóvil no desaceleró.

-¡Vas a ciento sesenta!.-eche una ojeada de pánico por la ventana, pero estaba demasiado oscuro para distinguir mucho. La carretera sólo era visible hasta donde alcanzaba la luz de los faros delanteros.

-Tranquilízate, Bella.-Alexandra puso los ojos en blanco sin reducir aún la velocidad.

- ¿Pretendes que nos matemos?.-quise saber, ella rió entre dientes.

-No vamos a chocar. Siempre he conducido así.-después de una pequeña discusión en su forma de conducir llegamos a Port Angeles. Alexandra condujo directamente hasta La Bella Italia.

-¿Ni siquiera has tenido un novio ni nada por el estilo?.-me preguntó Alexandra mientras estacionaba

-De verdad. Nunca he tenido un novio ni nada que se le parezca. No salía mucho en Phoenix.-Contesté mirándola, por un momento me detuve observarla en la forma como fruncía el ceño y después mire como sonreía.

Era imposible decir que no sentía algo cuando ella sonreía o en la forma en que ella hablaba cuando algo le emocionaba.

- ¿Por qué no?.-quiso saber Alexandra con una leve sonrisa.

-Nadie me lo pidió.-respondí con franqueza.

-Entonces me siento orgullosa de ser la primera.-dijo Alexandra mirándome de la única forma que solía hacerlo como si yo fuera lo mas importante en su vida.. 

Ambas nos bajamos del auto y Alexandra se dirigió hasta la puerta del restaurante y la mantuvo abierta.
Pasé a su lado y entré sintiendo como mis mejillas se ponían rojas.

Era temporada baja para el turismo en Port Angeles, por lo que el restaurante no estaba lleno. Comprendí el brillo de los ojos del anfitrión mientras evaluaba a Alexandra. Le dio la bienvenida con un poco más de entusiasmo del necesario. Me sorprendió lo mucho que me molestó.

-¿Tienen una mesa para dos?.-preguntó Alexandra con voz tentadora, lo pretendiese o no.

Vi cómo los ojos del rubio se posaban en mí y luego se desviaban, satisfecho por mi evidente normalidad y la falta de contacto entre Alexandra y yo. Pero para mi sorpresa ella entrelazo su mano con la mía.

Nos condujo a una gran mesa
para cuatro en el centro de la zona más concurrida del comedor, mire como Alexandra hizo una mueca.

-¿Tiene, tal vez, algo más privado?.-insistió con voz suave al anfitrión. No estaba segura, pero me pareció que le entregaba discretamente una propina. No había visto a nadie rechazar una mesa salvo en las viejas películas.

𝑻𝒐𝒙𝒊𝒄 𝑳𝒐𝒗𝒆 | 𝑩𝒆𝒍𝒍𝒂 𝑺𝒘𝒂𝒏Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu